¿Qué es el bono demográfico y por qué debería importarnos?

¿Qué es el bono demográfico y por qué debería importarnos?

Desde el descubrimiento de la penicilina en 1928 la medicina ha avanzado a pasos agigantados, permitiendo observarse un aumento progresivo en la expectativa de vida. Complementariamente, a medida que la tecnología se desarrolla y comienza a aplicarse en el campo de los cuidados médicos, la calidad de vida de los pacientes ha mejorado sensiblemente. Todo ello redunda en una mejora sensible en las condiciones sanitarias de las sociedades modernas, que se cristaliza en personas que alcanzan cómodamente los 90 años de edad o, en algunos casos, aún más.

En forma paralela, se observa un cambio en los patrones de comportamiento de los jóvenes transversal a la mayoría de las culturas y naciones. Propiamente en lo que respecta a la Argentina, se destaca una caída en los matrimonios primerizos y, en contraparte, un aumento de la cohabitación (parejas que conviven, pero no están casadas), pasando esta última de ser el 7,3% en la década de 1960 para ubicarse en el 27,3% a principios de los 2000s. Esta disminución en la nupcialidad está acompañada también de una menor tasa de fecundidad, dado que cada vez son más la cantidad de parejas que no desean tener hijos o que postergan la decisión de ser padres. En base a ellos, para 2015 el promedio de hijos por mujer se ubicaba en 2,1, mientras que el mínimo para asegurar el reemplazo generacional es de 2 (Torrado, 2004). A su vez, se observa que a medida que los niveles de ingreso son menores, mayor es la tasa de fecundidad, lo que permitiría intuir que los sectores de menores recursos son los que están sosteniendo el ritmo de crecimiento promedio del país.

Estos cambios en la conformación demográfica de nuestra sociedad resultan de interés, puesto que lo que se denomina tasa de crecimiento vegetativo o natural no es más que la diferencia entre la tasa de natalidad y mortalidad[1]. Por tanto, en la medida que la tasa de nuevos nacimientos se reduzca y la tasa de mortalidad permanezca invariante o incluso aminore, la tasa a la que crece la población será menor; en ausencia de flujos migratorios que ayuden a suavizar esta dinámica.

En línea con ello, se destacan dos fuentes que contribuyen al envejecimiento de la sociedad argentina. Por un lado, lo que llama “envejecimiento por la base” que no es más que la caída en la fecundidad a la que antes se hacía mención, lo cual genera que la proporción de ancianos respecto de los jóvenes aumente. Por el otro, se encuentra el “envejecimiento por la cúspide” (pensando en una pirámide poblacional), el cual se explica por las mejoras en los servicios de salud que permiten erradicar y/o tratar de forma más eficiente múltiples enfermedades, lo que permite disminuir los índices de mortalidad y aumentar la esperanza de vida.

Ahora bien, surge aquí un interrogante, ¿cómo afecta esto en los sistemas jubilatorios de los países? La Tasa de Dependencia Total se define como la proporción de individuos menores de 15 años y mayores de 65 años, respecto de aquellos que se encuentran incluidos entre ambos extremos etarios. En otras palabras, la TDT expone la relación entre la población pasiva y activa, lo cual permite tener una aproximación de cuánto debe soportar la población que se encuentra en condiciones de trabajar. En la medida que la población se avejente y la tasa de nuevos nacimientos desacelere, la economía deberá afrontar una sociedad cada vez más envejecida. Consecuentemente, los sistemas de reparto podrían verse vulnerados, puesto que habría una menor cantidad de aportantes por cada pasivo.

Cabe recordar que en nuestro país el sistema jubilatorio se enmarca en este último. Ello implica que los aportes efectuados por la población trabajadora no se acumulan en una cuenta de retiro a nombre de cada empleado, sino que se utiliza para abonar las jubilaciones de los actuales pensionados. Bajo este esquema, en la medida que los jóvenes (o activos) pierdan participación en la conformación de la sociedad argentina, la posición financiera del sistema jubilatorio tenderá a deteriorarse.

Así, los regímenes de retiro basados en un sistema de reparto se ven en jaque, poniendo a prueba su propia sustentabilidad. Por este motivo, varios países europeos, entre ellos Alemania, Bélgica, Dinamarca, Francia, Holanda Italia y España, han optado por extender la edad de retiro llevándola a los 67 años, destacándose un informe de 2019 del Bundesbank de Alemania que sugería elevar a los 69 años el retiro de modo de no comprometer su sistema de pensiones.

No obstante, entremedio juega a favor una ventana de oportunidad conocida como “Bono Demográfico”. Este hace referencia al punto en el que la merma en la tasa de natalidad reduce la población dependiente menor a los 15 años, mientras que la población aún no se ha avejentado significativamente. Por tal, se produce una ventana temporal en la que la proporción de activos es, en términos relativos, mayor (una TDT menor). Esto podría ser explotado por las sociedades, dado que una mayor proporción de población activa aumenta las capacidades de ahorro del total de la economía, puesto que el ingreso que se genera se destina a actividades productivas y no al sostenimiento de los inactivos, generando efectos derrame en el resto del sistema. Así también, las inversiones en capital humano (capacitaciones) se vuelven cruciales por los retornos que suponen en los ingresos de aquellos trabajadores. Ya que educarse permite explotar beneficios que se monetizan en mayores niveles de ingresos[2], los cuales están asociados a mayores senderos potenciales de consumo futuros, lograr un diferencial de renta permitiría enfrentar el envejecimiento poblacional de forma más robusta. En este contexto, Argentina cuenta con tiempo hasta 2040/45 aproximadamente, momento en el que se estima que finalice el bono demográfico para el país.

Sumado a estos desafíos que las economías tienen por delante, para el caso argentino esto puede resultar incluso algo más arduo, dado que nuestro sistema de pensiones ya se encuentra ex-ante comprometido. Por supuesto que hacer un análisis de sostenibilidad del sistema previsional requiere de exhaustivos cálculos actuariales, pero de modo simplificado a continuación se exhibe una mera aproximación de la tasa que el sistema se encuentra en condiciones de pagar en concepto de haberes jubilatorios.

Fuente: Elaboración propia en base a Ministerio de Trabajo, diciembre 2020[3].

De este modo, nuestro sistema jubilatorio podría soportar abonar, en promedio, haberes que representen aproximadamente la mitad (44%) de un salario medio (donde el sueldo neto promedio ponderado, en base a INDEC, se ubicaba en $42.400 a marzo de 2021), lo cual expone una seria vulnerabilidad de un sistema que ya contaba con flaquezas y que deberá enfrentar mayores desafíos de cara al futuro, acentuado la evolución de las tendencias demográficas antes mencionadas.

En síntesis, postergar el abandono del mercado laboral podría ser una herramienta que suavice la vulnerabilidad potencial al sistema, aunque sin dudas conlleva cierto consenso político y social. Asimismo, apelar a cálculos actuariales lo más precisos posible es una condición necesaria de modo de relevar cuáles son los puntos más débiles del sistema, de modo de pensar en soluciones acordes por cada segmento de la distribución. Por último, emerge como una alternativa inobjetable incentivar la inversión en capital humano que permita elevar el ingreso permanente de la población activa, permitiendo así morigerar el impacto fiscal producto de la brecha generada por el envejecimiento poblacional. 

Bibliografía consultada:

Torrado, Susana (2004). “Argentina: Escenarios demográficos hacia 2025”.


[1] Definido como cantidad de nacimientos cada mil habitantes menos cantidad de muertes cada mil habitantes, en un año.

[2] En Argentina se verifica un diferencial de ingresos promedio del 70% entre un egresado de la universidad respecto de uno con sólo título secundario.

[3] Considera autónomos, relación de dependencia y monotributistas. Solo considera beneficiarios pertenecientes al régimen general. Incluye: Jubilación, retiro por invalidez, pensión derivada y pensión directa.