El 10% del total de alumnos del nivel primario no cuentan con una computadora y conexión a Internet en su hogar

El 10% del total de alumnos del nivel primario no cuentan con una computadora y conexión a Internet en su hogar
El 17% del total de esos alumnos, declaran no tener conexión a Internet y casi el 20% no tener computadora en el hogar. Estos porcentajes reflejan parte de los desafíos que plantea la pandemia del COVID-19 y que alcanzan todos los aspectos de nuestras vidas. Esta nota, dos investigadores de la UBA analizan el impacto que la pandemia deja en la educación y, como añade una arista más a la desigualdad que se confirma en el plano económico.

El mundo empieza a observar las consecuencias económicas y sociales de la pandemia de la COVID-19. Por el momento, la salud tiene prioridad sobre la educación y mientras se intentan establecer soluciones virtuales, es necesario preguntarse ¿Qué está sucediendo en cuanto a la desigualdad educativa? ¿Qué medidas podrían adoptarse?

Los investigadores Julián Gabriel Leone de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y Jorge Damián Lo Cascio de la Escuela Técnica de la UBA analizan, en esta nota, el impacto que la pandemia deja en la educación y, como añade una arista más a la desigualdad que se confirma en el plano económico.

Los desafíos de la pandemia se suman a un punto de partida no del todo alentador. Las últimas pruebas Aprender (año 2017 para nivel secundario) muestran que, en matemáticas, más del 40% de los chicos se encontraba por debajo del nivel básico. No menos cierto, sin embargo, es que este porcentaje se reduce al 18% en lengua, con una marcada mejora respecto a las pruebas anteriores.

Leone y Lo Cascio aclaran que la categoría “por debajo del nivel básico” implica la mera resolución de situaciones que involucren conocimientos recurrentes y reiterados, al tiempo de una muy baja creatividad y adaptabilidad a problemas de mediana complejidad donde la información no se encuentra absolutamente explícita. En síntesis, una pobre capacidad de adaptación a los continuos cambios que hoy, más que nunca, estamos observando.

Entre las tantas variables que explican estos resultados, los investigadores señalan el origen socioeconómico del estudiante es una de las que incide en esta desigualdad educativa. Mientras que 6 de cada 10 chicos de nivel socioeconómico bajo tienen severas dificultades en matemáticas, sólo 2 de cada 10 las tienen para el nivel alto.

Asociado a esto, Leone y Lo Cascio destacan que la desigualdad digital es otra arista que cobra un especial interés en los tiempos que corren. Para el nivel primario[1], las pruebas Aprender alcanzaban a 580 mil chicos, de los cuales el 17% declaran no tener conexión a Internet y casi el 20% no tener computadora en el hogar. Al cruzar ambos datos, cerca del 10% del total de alumnos no cuentan con una PC ni con conectividad en el hogar.

Sin embargo, no es esta la única dificultad que se plantea en la educación “a distancia”. Los investigadores afirman que “una importante parte del capital humano que adquirimos no se obtiene en un establecimiento educativo, ni se consigue en el mercado laboral a través de la experiencia (lo cual además se produce mucho más tarde). Encontrada en buena parte de la literatura educativa (pero no por ello sencilla de medir), aparece la influencia del capital humano informal. Este se adquiere por transmisión en el entorno más próximo al individuo (familia, entorno del hogar, etc.) y habitualmente se captura tanto por la educación de la madre, como la cantidad de libros que existen en una vivienda. Nótese que el tiempo en contacto con este entorno se vio multiplicado, y por ende su importancia”.

Un nuevo desafío se adiciona entonces; Leone y Lo Cascio resaltan que uno de cada cuatro chicos proviene de un hogar donde la madre, al menos, no culminó la secundaria. Más aún, la mitad de estos chicos declara no contar con libros en el hogar o bien no están al tanto que los haya, añadiendo otra carencia a la ya compleja formación en el hogar. Por último, el 35% de aquellos chicos que habitan hogares donde la madre presenta una menor escolaridad, tampoco tienen conexión a internet. Este universo alcanza a 42 mil chicos cuyo perfil de vulnerabilidad se ve potenciado.

Los investigadores plantean que “Todo lo hasta aquí analizado enuncia una problemática de compleja solución en un plazo inmediato. El desafío actual nos plantea cómo se puede hacer más efectiva y ágil una digitalización que no puede esperar. Cómo llegar a aquellos chicos de mayor vulnerabilidad educativa, donde los recursos pedagógicos presentan múltiples limitaciones”.

Un dato llamativo, para Leone y Lo Cascio es que aun tratándose de estudiantes (avanzados) de primaria, la cantidad de chicos que declaran no tener celular es muy similar a la que no poseen una computadora (125 mil vs. 114 mil). Algo menos de la mitad confirman tener un dispositivo móvil pero no tener internet en las casas. Si bien el 68% declaran tener internet en el celular, es esperable que buena parte del resto también tenga la posibilidad de hacerlo, aunque sólo en caso de contar con un “plan de datos” acorde. Para los investigadores “Se presenta aquí una enorme posibilidad de acercar al menos, una mínima cuota de postergada conectividad. Distintas iniciativas respecto a las aperturas de datos móviles se han planteado al respecto, teniendo esto un impacto inmediato en chicos de regiones y familias postergadas”.

Leone y Lo Cascio concluyen que “Sin dudas, ello es una cuota (aunque no menor) de un desafío tan grande como complejo. Todavía restan casi 25 mil chicos que no tienen conexión a internet, ni dispositivo electrónico alguno. El problema de la desigualdad educativa no es nuevo, pero lamentablemente vuelve al centro de la escena”.


[1] Se considera la escuela primaria dada la proximidad del último dato (2018) respecto a la escuela secundaria (2017).

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