El desafío de la supervivencia de las coaliciones en la Argentina reciente

El desafío de la supervivencia de las coaliciones en la Argentina reciente

El lunes 22 de agosto de 2022, el fiscal Luciani concluyó su alegato acusatorio contra Cristina Fernández de Kirchner en la causa de Vialidad pidiendo la pena de 12 años de prisión e inhabilitación perpetua para el ejercicio de cargos públicos. La causa vialidad puede ser vista desde una perspectiva jurídica y constitucional. Pero exige una interpretación política respecto a sus consecuencias para las coaliciones políticas que se disputan el poder en Argentina. En especial importa la probabilidad de supervivencia de estas coaliciones. Y la supervivencia siempre parece amenazada toda vez que la unidad está al borde del resquebrajamiento, por no decir ruptura, definitivo.

La cuestión de la unidad no es solo un imperativo coalicional, podría aplicarse también a las tradicionales infraestructuras partidarias. Infraestructuras que, por otra parte, conforman las coaliciones. Lo mismo podría decirse de la supervivencia. Si sobreviven los partidos hay supervivencia coalicional. Pero no siempre las condiciones de posibilidad para la supervivencia son condición de factibilidad para la unidad.

Supervivencia y unidad pueden ser, entonces, los dos insumos en torno a los cuales se organizan los partidos, sus interacciones, Es decir, los sistemas de partidos en general y el argentino en particular.

Desde el regreso a la democracia en 1983, el sistema de partidos en la Argentina experimentó diferentes transformaciones que derivaron en un escenario de mayor fragmentación partidaria. Las coaliciones (electorales y de gobierno) comenzaron a tener mayor importancia en la política argentina. El escenario político-partidario actual no ha escapado a esta situación, en tanto se encuentra fundamentalmente enmarcado en la presencia del Frente de Todos, Juntos por el Cambio e incluso vale contemplar al Frente de Izquierda. El Frente de Todos y Juntos por el Cambio concentran la mayor parte del poder político y del respaldo electoral a nivel nacional y subnacional.

¿Qué impacto tienen las coaliciones en la actual política argentina? Para ser gobierno y poder llevar adelante una agenda de la mejor forma posible (reduciendo la capacidad de veto de la oposición) no alcanza con ganar la elección presidencial. Es fundamental alcanzar el mejor resultado posible en la legislativa. Esto es, obtener la mayor cantidad de bancas posible que respondan al partido vencedor de la elección ejecutiva. En ambos casos, el objetivo pasa a ser el de maximizar los votos para hacer lo propio con la cuota de poder obtenida.

Si el escenario partidario es uno que se inclina hacia una mayor fragmentación, la pretensión de maximizar votos y así el poder, puede implicar para los partidos políticos la necesidad de coordinarse con otras fuerzas políticas en pos de la conformación de un frente común desde el cual competir en las elecciones (sean ejecutivas y/o legislativas). Estas son las coaliciones electorales.

Más allá de funcionar electoralmente, ganar, las coaliciones tiene el desafío de ser coaliciones de gobierno. Son aquellas que se constituyen entre partidos políticos con el objetivo de llevar adelante un gobierno, a partir de la dotación de mayores cuadros políticos desde los cuales conformar el gabinete y de escaños a nivel legislativo para ampliar la “bancada oficialista”. En este contexto maximizar el poder político implica fraccionarlo y distribuirlo entre más de un partido (los que conforman la coalición y pretenden su cuota de poder en la misma).

En resumidas cuentas y volviendo a la pregunta original sobre el impacto de las coaliciones para la política argentina, la respuesta tiene dos aristas. Por un lado, en el escenario fragmentado actual acudir a coaliciones es un paso fundamental para incrementar las expectativas electorales que tienen las diferentes fuerzas políticas (el ir por su cuenta, reduciría las chances para cualquier partido en el escenario actual). Si el Frente de Todos o Juntos por el Cambio se fracturasen, seguramente sus expectativas electorales se verían negativamente afectadas. Por otro, para contar con una base de respaldo en bancas importante en el Congreso. Si el Frente de Todos se fractura antes del fin del gobierno de Alberto Fernández, este último pasaría a encontrarse en una situación aún más débil que la actual debido a la consolidación de la descomposición de la bancada peronista. En otros términos, pasaría a ser un presidente minoritario en el Congreso, dependiendo aún más de los acuerdos con la oposición. Esto mismo le hubiera pasado a Mauricio Macri si Cambiemos hubiera dejado de existir durante su gobierno y seguramente, el mismo riesgo tendrá el/la próximo/a presidente/a.

La supervivencia de las coaliciones

En línea con lo que venimos planteando, una cosa es conformar una coalición, otra diferente es sostenerla en el tiempo. De hecho, una coalición electoral no necesariamente va a derivar en una coalición de gobierno, y si lo hace esta última después puede desarmarse o reconfigurarse (con salida de algunos integrantes y/o la incorporación de nuevos). De esta manera, las coaliciones siempre se encuentran frente al desafío de la supervivencia, más aún cuando sus componentes cuentan con poder relevante dentro del armado. Este problema no lo atravesó la coalición que le dio vida al Frente Para la Victoria (fuerza gobernante en la Argentina entre 2003 y 2015), en tanto fuera del kirchnerismo, los demás integrantes eran claramente minoritarios y su salida hubiera sido absolutamente marginal. Su desaparición fue resultado de la derrota electoral de 2015 y no por una conflictividad interna de los integrantes de la coalición. Diferente es cuando, las fuerzas que integran la coalición son poderosas y cada cual tiene sus respectivos intereses y agendas. Este escenario que requiere coordinación, involucra acuerdos, consensos a partir de las diferencias y la resolución de conflictos cuando estos surjan entre los socios. Si no se alcanzan acuerdos ni consensos y no se resuelven los conflictos, la posibilidad del quiebre de una coalición se fortalece y de la misma manera su potencial impacto político.

Que una coalición de gobierno se quiebre impacta de manera determinante en la gobernabilidad, pues la figura presidencial puede quedarse sin una base de respaldo fundamental en la arena política desde la cual llevar adelante sus políticas.  

Los desafíos actuales de las principales coaliciones argentinas: competitividad y gobernanza

Las dos coaliciones más importantes hoy son el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Las dos fueron coaliciones electorales, siendo la primera la actual coalición de gobierno a nivel nacional. En tiempos recientes y desde su rol de oficialismo u oposición, ambas fuerzas políticas han enfrentado y continúan haciéndolo desafíos (algunos autoinfligidos) hacia su supervivencia. Esta situación no solo puede generar incertidumbre para la gobernabilidad sino también para la arena política-competitiva que puede encontrar la Argentina en el año 2023.

Ambas fueron exitosas a nivel electoral cuando se constituyeron. El precedente inmediato de Juntos Por el Cambio es Cambiemos (misma fuerza con distinto nombre) en tanto permitió coordinar a todo el espectro partidario (organizativa y electoralmente relevante). Así, la Unión Cívica Radical, el PRO y la Coalición Cívica se coaligaron en una fuerza que logró en 2015 quebrar el predominio del Frente para la Victoria. Si uno considera la elección legislativa de 2021, allí se observa la importancia de la continuidad de esta coalición en el tiempo pues la misma obtuvo la victoria en casi todo el país. Por su parte, frente a un peronismo fragmentado y la salud que evidenciaba Cambiemos durante su gobierno (sin implicar eso la ausencia de cortocircuitos en el poder), la aparición del Frente de Todos trastocó la arena competitiva pues lograba dar un remedio al primer factor mencionado en esta oración. De este modo, diferentes aristas peronistas (siendo sus pilares el kirchnerismo, el massismo y un ala más moderada que buscó ser representada en la figura de Alberto Fernández) se coordinaron, siendo este experimento tan exitoso como el anterior pues logró el objetivo: devolverle la competitividad al peronismo a partir de una coalición y ganar la elección en 2019.

Ganar una elección no asegura supervivencia. Esa es la evidencia que surge del presente tanto en del Frente de Todos como en Juntos por el Cambio. Ambas coaliciones involucran la presencia de diferentes organizaciones políticas que no siempre han coincidido en sus diagnósticos o propuestas. Esto hace que en un marco de acuerdo como es el existente, emerjan los conflictos y los desafíos a la continuidad coalicional. El Frente de Todos se encuentra inmerso en una crisis liderazgo y de toma de decisiones, el cual ha sido generado por diversas razones, pero una de ellas la podemos encontrar en el interior de la coalición gobernante, especialmente en las diferencias que han surgido respecto a la orientación del gobierno y que ha tenido diferentes actores involucrados. Entre los más importantes tenemos al presidente (Alberto Fernández), la vicepresidenta (Cristina Fernández), el ex jefe de la bancada oficialista (Máximo Kirchner) y el actual ministro de economía (Sergio Massa). La tensión entre las facciones en conflicto ha alimentado la incertidumbre política actual y también ha favorecido la aparición de los fantasmas sobre un quiebre de la misma en pleno mandato.

Juntos por el Cambio se ha visto inmerso también en tensión a partir de la política de alianzas (el factor Milei ha sido un desencadenante de esta tensión entre quienes buscan incorporarlo en la coalición y quienes han buscado establecer un “cordón sanitario” sobre su figura) y de las denuncias que Elisa Carrió expresó sobre diferentes dirigentes tanto del radicalismo como del PRO. Si estos conflictos no se resuelven, sino que se profundizan, la primera consecuencia que puede surgir es la fractura de alguna de estas coaliciones o de ambas. Pero no sería esta la única consecuencia. Habría otras a nivel competitivo y de gobernanza.

A nivel competitivo, la fractura de alguna o de ambas de estas coaliciones lleva inexorablemente a una fragmentación del escenario competitivo, lo cual promovería una dispersión del voto sea del electorado peronista o del electorado no peronista (dependiendo de la coalición que dejara de existir). Si alguna de las coaliciones se quiebra y no las dos, seguramente la que terminaría favorecida sería aquella que pudiera seguir coordinando esfuerzos y evitar la dispersión recién mencionada. Para mantenerse competitivos, ambos sectores saben que deben evitar la fractura. Adicionalmente, un quiebre significa incertidumbre sobre las fuerzas políticas que irían en definitiva a ser competitivas en 2023.

A nivel de la gobernanza, un quiebre de alguna o de ambas de ellas tiene consecuencias importantes. Para el oficialismo, como ya hemos mencionado significaría una profundización de su debilidad a la hora de promover las políticas propias de un gobierno. Siendo la Argentina presidencial y faltando más de un año para las próximas elecciones, una crisis de este tipo sería muy preocupante. Desde el oficialismo, parece surgir una muestra de que se entiende que esto es así, es decir que sin coalición no hay gobierno. Un dato adicional de este diagnóstico lo podemos ver en la reacción que tanto Alberto Fernández como Sergio Massa han tenido frente a la causa judicial que enfrenta Cristina Fernández, brindando su apoyo a esta última y descalificando el planteo acusatorio. La cohesión ante la urgencia parece estar presente. Por su parte, si la que se fracturase fuera Juntos por el Cambio, también la gobernanza se vería negativamente afectada pues lo que se debilitaría sería la capacidad de control (la lógica de frenos y contrapesos) que la oposición (y en especial esta coalición) viene ejerciendo desde la presencia de un Congreso Nacional sin dominio de parte del oficialismo.    

En definitiva, las coaliciones en Argentina hoy son importantes. Generan certidumbre competitiva y sientan las bases para la gobernabilidad y la lógica de frenos y contrapesos. Su inestabilidad es contraproducente para satisfacer cualquiera de estos aspectos.