La importancia de los servicios informáticos y empresariales en un mundo globalizado

La importancia de los servicios informáticos y empresariales en un mundo globalizado
Las potencialidades del sector de la informática -y software en particular- son variadas, ubicando al rubro en el centro de la escena de los servicios empresariales, identificándose como el motor de crecimiento de las exportaciones intensivas en conocimiento.

En su modelo de crecimiento económico, Robert Solow (1956) demuestra cómo la adición de capital nuevo a la función de producción de una economía es el único elemento que permite crecer en el largo plazo. No obstante, se destaca que una vez alcanzado un estado estacionario del crecimiento[1], el único factor que permitiría incrementar la renta es el progreso técnico. Esto se ha convertido en un hecho estilizado, en especial en las economías desarrolladas. 

En sintonía con ello, la revolución generada por las nuevas tecnologías de la información (también conocidas como TICs) ha dado pie a una reformulación en de los procesos internos de las empresas, como así también de las cadenas de producción. En una primera instancia, la expansión del transporte mundial permitió conectar con mayor facilidad a los países, suscitando un apogeo del comercio internacional. Del mismo modo, las nuevas tecnologías informáticas generan una reconfiguración hacia el interior de las cadenas productivas. Se destaca así lo que fue denominado como el segundo “Unbundling” de la globalización por Baldwin (2011) donde las distintas tecnologías suponen un punto de inflexión en la confección del entramado empresarial mundial, erradicando las formas de producción previas donde la mayor parte del trabajo se desarrollaba in situ. De este modo, los esquemas de integración completa en las cadenas de producción fueron quedando rezagadas y se comenzó a desagregar las distintas etapas de producción. El impacto a nivel agregado que generó este fenómeno fue tal que hasta permitió separar geográficamente algunas etapas de producción sin una pérdida de eficiencia significativa, al mismo tiempo que permitió descentralizar la producción a lo largo del mapa, explotando las ventajas comparativas de cada zona y dando, así, por resultado un sistema de economías de escala. En este sentido, el sector del software e informática se posicionó como el brazo articulador del proceso, revistiendo un rol protagónico.

Ello puede apreciarse en los ratios de exportaciones a nivel global, donde la participación de los servicios de TICs en el total exportado por el mundo no ha dejado de crecer desde finales del siglo pasado. Es importante destacar que mientras las exportaciones mundiales se encuentran en expansión durante el período contemplado, pese a ese crecimiento, el sector de TICs continúa ganando representación, lo cual exhibe la relevancia que ha tenido (y tiene) en la producción mundial.

Fuente: Elaboración propia en base a Banco Mundial

Como bien destaca Andrés López (2018), las potencialidades del sector de la informática -y software en particular- son variadas, ubicando al rubro en el centro de la escena de los servicios empresariales, identificándose como el motor de crecimiento de las exportaciones intensivas en conocimiento que permitiría integrar a la Argentina en la conocida Economía de “Servicios Basados en Conocimiento”. Dentro de este amplio espectro se hallan segmentos como servicios contables y legales, arquitectura, audiovisuales, ingeniería, software, publicidad, investigación y desarrollo (I+D), o servicios de salud y educación, entre otros. Todos estos comparten un rasgo característico el cual es emplear intensivamente capital humano de alta calificación y producir información y conocimiento con finalidad directa a sus clientes.

Este sector, que podría considerarse una industria naciente, ha ido creciendo llegando a representar en los últimos años el 9% de nuestra canasta exportadora. Asimismo, cabe destacar que es uno de los pocos sectores, junto al agro, que presentan superávit comercial, el cual rondó los 2.700 millones de dólares en 2018[2] en un país donde la escasez de divisas se presenta como una dificultad recurrente. No obstante, los consecutivos vaivenes macroeconómicos que han afectado a nuestro país tienen su injerencia sobre las actividades productivas y el rubro de servicios no ha sido una excepción. Así, las múltiples recesiones y políticas públicas, se han materializado en una merma en la tasa de expansión de los servicios basados en conocimiento. Realizando un ejercicio contrafáctico, asumiendo que el sector hubiese ostentado las mismas tasas de crecimiento que en el resto de los países productores de SBC, el crecimiento en las exportaciones argentinas hubiese acumulado 4 mil millones de dólares adicionales al año generando simultáneamente casi 100 mil nuevos puestos de trabajo.

De cara al futuro, surge evaluar cuáles son los sectores donde Argentina podría encontrar nichos que habiliten una mayor diversificación de su matriz exportadora que le permita crecer y aumentar, así, los niveles de renta de su población. En este sentido, López (2012) destaca que la capacidad con la que cuenta un país de exportar un producto nuevo se encuentra condicionada por su capacidad previa para exportar productos similares. Por lo tanto, la clave radicaría en identificar aquellos productos “core”, es decir, los cuales tienen muchas conexiones con otros rubros. Si bien su análisis se basa en productos industriales, trazando un paralelismo, el sector del software parecería caracterizarse por cumplir también con estos requisitos. Por tanto, estimular la inserción de servicios informáticos en el comercio exterior podría ser una ventana de oportunidad para nuestro país.

También es cierto que cuanto más heterogéneo o particular sea el producto exportado, más difícil resulta para el consumidor reemplazarlo. Sin embargo, la exportación de servicios empresariales no se caracteriza por diferenciarse a lo largo de los países, por lo que los factores determinantes de su demanda serían únicamente precio (salarios medidos en dólares) y calificación (nivel de capital humano). Aquí también Argentina encuentra una base sólida sobre la cual construir.

En síntesis, en vista de una nueva configuración de la organización comercial mundial, apostar por estos sectores innovadores y las nuevas modalidades de operatividad podrían permitirle a nuestra economía insertarse aún más en el comercio global, considerando además que cada unidad exportada representa un puesto de trabajo, trayendo así beneficios a nivel comercial como también en el nivel de empleo. Es por ello que estimular el acceso y permanencia en la educación superior de calidad resulta una política de país, no sólo por el impacto cultural que contabiliza, sino también porque resulta el insumo principal de la Economía del Conocimiento, incrementando asimismo las potencialidades económicas a futuro que supone tener más personas capacitadas en sectores clave. Del mismo modo, surge como desafío alcanzar planes de estudio que se mantengan actualizados, en especial en aquellos sectores con altos ratios de mutación y crecimiento. Por último, generar marcos normativos estables que permitan la radicación de empresas locales y extranjeras que deseen prestar estos servicios desde Argentina también se posiciona como un factor esencial del ecosistema. 

Bibliografía consultada:

Baldwin, R. (2011). Trade and industrialisation after globalisation’s 2nd unbundling: How building and joining a supply chain are different and why it matters (No. w17716). National Bureau of Economic Research.

López, A. (2012). Recursos naturales, crecimiento y desarrollo. Progresos en Crecimiento Económico.

López, A. (2018). Los servicios basados en conocimiento: ¿Una oportunidad para la transformación productiva en Argentina? Documento de Trabajo del IIEPFacultad de Ciencias Económicas, UBA (31).

Solow, R. M. (1956). A contribution to the theory of economic growth. The quarterly journal of economics70(1), 65-94.


[1] Por la presencia de rendimientos marginales decrecientes.

[2] De acuerdo a Argencon.