Un Nuevo Rubicón: La Guerra del Gas y la Energía durante el Invierno Europeo

Un Nuevo Rubicón: La Guerra del Gas y la Energía durante el Invierno Europeo

El 12 de enero del 49 A.C. Julio César llegó al Rubicón, un pequeño río que separaba las Galias y la República de Roma. El río marcaba la frontera natural entre estas entidades políticas. Ningún militar tenía permitido cruzarlo legalmente portando armas y ejército. Este evento precipitó la historia y lanzó a la posteridad aquella famosa sentencia sobre cómo su suerte ya estaba echada: Julio César avanzó sobre el río y la historia, embarcándose en una arriesgada e irreversible empresa militar con un resultado incierto que cambiaría la historia para siempre.

El 24 de febrero de 2022 Europa tuvo -una vez más- otro momento “a lo Julio César”, cuando Rusia avanzó sobre la frontera e invadió Ucrania. Y la historia activó nuevamente su movimiento.  Desde aquel momento el mundo sigue el desarrollo del conflicto diariamente, analizando en detalle cada uno de los nuevos acontecimientos provenientes del este de Europa. Más allá del resultado -aún incierto- del conflicto bélico, lo que sí queda claro es que el mundo que saldrá de ese conflicto será distinto al que entró. El mundo post invasión rusa probablemente experimentará reconfiguraciones en las alianzas políticas, comerciales, militares y de defensa. Y este conflicto mostrará sin dudas una “nueva Europa”, con redefiniciones en los miembros y dinámicas de la Unión Europea y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Sin embargo, ese “mundo del futuro” ya se puede ir vislumbrando. La reconfiguración comercial en Europa ya se puede observar en uno de los mayores desafíos que enfrenta el territorio europeo hoy en día: la seguridad energética. El invierno se acerca en el hemisferio norte y la naturaleza pondrá en evidencia las dramáticas consecuencias de una profunda reconfiguración energética y comercial en el “viejo continente”.

Los países europeos fueron líderes en los últimos acuerdos frente al cambio climático de Octubre/Noviembre de 2021 durante la COP 26, comprometiéndose -entre otras cosas- a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos años. Pero hoy en día esos compromisos parecen historia antigua. La guerra en Ucrania ha activado una especie de “darwinismo energético”, donde sólo importa garantizar la sobrevivencia -sin importar los medios (o las fuentes).

De tal forma, la guerra también se libra en una batalla comercial respecto a la provisión de energía y gas. Esto debido a que según datos de worldometer Rusia es el país con las mayores reservas de gas en el mundo (24%) y el segundo mayor productor (luego de Estados Unidos)[1]. Esto se puede ver en la siguiente tabla, que ilustra producción de gas por país.

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Así, hasta la invasión, Rusia proveía el 40% del gas consumido en Europa. Desde el 24/2/22 esa provisión cayó un 89%. El gas no resulta únicamente central para calefaccionar los hogares durante el crudo invierno europeo, sino principalmente para generar energía y hacer funcionar su industria pesada. En efecto, parecería que le dieron a Putin la llave del desarrollo productivo de Europa. Y en los últimos días hemos presenciado cómo esta situación se agravó aún más luego que Gazprom (la empresa estatal de gas rusa) anunciara el cierre de Nord Stream por fallas en las tuberías y la incapacidad de repararlas, según fuentes oficiales, a causa de las sanciones impuestas por Europa a Rusia.

Sin dudas, las formas de guerrear se han complejizado y diversificado con el paso del tiempo. Hoy muestra una nueva faceta de cara a lo que algunos analistas tildan de “chantaje y asfixia energética” por parte de Rusia. Por eso, Europa ha salido desesperadamente a buscar fuentes y proveedores alternativos de energía y gas. Así, por ejemplo, ha incrementado las importaciones de gas natural licuado (GNL) desde países como Estados Unidos, Noruega o Azerbaiyán, entre otros; o incluso países como Alemania han ordenado mantener plantas de producción de energía eléctrica vía carbón (altamente contaminantes) e incluso frenar y revertir el “apagón nuclear” deliberado que habían iniciado hace años, para contar con esa fuente de energía de base -por más que estén ideológica y políticamente en contra. Incluso, Europa ya se encuentra negociando el incremento para 2023 de GNL de países como Algeria, Nigeria, Qatar, Congo y Angola.

Consecuencias Económicas de la Crisis Energética

Lógicamente, la “crisis del gas” implica una constricción del suministro irrestricto de gas y otras fuentes de energía en Europa, y esto tendrá graves consecuencias económicas para aquellas pujantes economías. Varios economistas anticipan una profunda recesión del bloque europeo para 2023. La Comisión Europea vaticinó un crecimiento de 2.7% para 2022, y de 1.5% para 2023. Pero sin dudas la reducción del gas ruso, y el aumento de costos en nuevas fuentes alternativas, tendrá un impacto negativo en su crecimiento, combinando inflación y recesión.

Esto se puede ver en el cuadro que muestra las expectativas de crecimiento del PBI en Europa, según distintas consultoras:

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Los detalles del futuro y la resolución de la guerra en Ucrania resultan inciertos y cambian con el correr de los días. Pero lo que sí queda claro es que febrero de 2022 constituirá un nuevo punto de inflexión en la historia mundial, invitando un reordenamiento del escenario geopolítico global. Y en esta transición, el gas y la energía resultan la inyección del cambio. Aún resta ver si como veneno o vacuna.


[1] https://www.worldometers.info/gas/gas-production-by-country/#russia

[2] https://www.worldometers.info/gas/gas-production-by-country/#russia

[3] https://www.cnbc.com/2022/08/01/3-charts-show-europes-unprecedented-natural-gas-crisis-.html