Créditos UVA: ¿Problema de diseño o problema macroeconómico?

Créditos UVA: ¿Problema de diseño o problema macroeconómico?

Los créditos UVA tuvieron su génesis en el año 2016 como respuesta a un mercado inmobiliario poco dinámico, donde las ventas de inmuebles se daban históricamente de contado. La idea era poder desarrollar un mercado hipotecario en un escenario inflacionario elevado, lo cual era difícil, razón por la cual no existía crédito de largo plazo.

Para entender por qué ocurre esto, vale recordar el ‘pricing a la Fisher’ de la tasa de interés. Esto implica que la tasa de interés nominal es igual a la tasa de interés real más la inflación proyectada. En otras palabras, si la tasa de interés es el precio del dinero y la inflación es la tasa a la que se deprecia el dinero, la tasa de interés debe contemplar el costo de depreciación más un plus (la ganancia), que constituye el componente ‘real’ de la tasa.

Por lo tanto, en contextos donde la inflación se torna elevada, la tasa de interés sufre la misma suerte, incluso superándola. Esto tiene por resultado un costo del crédito demasiado elevado, que deja fuera del mercado a muchísimos consumidores potenciales. Asimismo, dada la erraticidad de la inflación, se hace complejo lograr un pronóstico acertado de la misma, por lo que otorgar un crédito a 30 años a una tasa fija se vuelve virtualmente imposible, razón por la cual los mercados de largo plazo dejan de existir.

Por estos motivos, en 2016 se implementaron en Argentina los créditos UVA, cuyo nombre es la abreviación de Unidad de Valor Adquisitivo. En síntesis, un UVA representa el valor constante de la moneda, es decir, su precio se actualiza exactamente por inflación. Por lo tanto, estos créditos ya no operarían con una tasa fija, sino que serían indexados de acuerdo a la evolución de los precios. Esto permite despejar dudas respecto a la proyección de qué valor debería tener la tasa de interés, habilitando a los bancos a prestar dinero a largo plazo.

De este modo, se utilizan las estadísticas del GCBA y el BCRA para llevar a cabo un breve modelo que ilustre cómo hubiera operado un crédito UVA contraído a principios de 2018 para un departamento de 65 metros cuadrados en la Ciudad de Buenos Aires:

Como puede apreciarse en el caso citado, para el período contemplado, el valor del UVA se encareció un 632% (por inflación), el dólar aumentó un 1.566% y el valor del metro cuadrado promedio cayó un 12% (en dólares).

En base a lo expuesto, debido a que el crédito está indirectamente denominado en pesos (UVA), pero el activo adquirido (inmueble) en moneda extranjera, para el ejemplo previo, la deuda medida en dólares habría pasado de USD 147 mil en enero de 2018 a USD 65 mil en septiembre de 2022.

Ahora bien, entendida la situación patrimonial de un deudor potencial, el problema emergería por el lado de los flujos, puesto que para el intervalo temporal considerado el sueldo formal promedio (RIPTE) aumentó un 514% (117 puntos porcentuales por debajo del UVA), lo que significa que el valor real de la cuota del préstamo se encareció en promedio un 16% para los argentinos. De este modo, queda en evidencia que, pese a las virtudes con las que cuentan este tipo de créditos, su talón de Aquiles yace en el atraso de los salarios, los cuales en la medida que no se actualicen conforme a la inflación redundarán en una deuda con mayor peso en el presupuesto del hogar.

Por lo tanto, más que un problema de diseño, la verdadera complicación es de índole macroeconómica, ya que de contar con una inflación baja y estable como el resto de los países de la región, esto no ocurriría y, de suceder, la erosión de los salarios sería tan marginal que no sería palpable al bolsillo. Aún más, en caso de tener un sendero de crecimiento virtuoso, los salarios reales acompañarían ese crecimiento sin generar grandes presiones inflacionarias (puesto que la producción crece y con ella el requerimiento de mano de obra, por lo que oferta y demanda se balancean y no se incurre en el espiral de precios y salarios propio de una economía con estanflación). En este sentido, tanto la dinámica de los créditos UVA, como también es el caso de los alquileres (que ajustan en gran medida por inflación) y otros ítems, podrían solucionarse con un plan de estabilización que sienten las bases de un crecimiento sostenido, materia que Argentina tiene pendiente desde hace 10 años.