Primeros apuntes sobre las PASO I
El resultado de las PASO dio muestra de la confirmación de que el escenario político argentino se encuentra en la actualidad dividido en tres grandes bloques. La fragmentación resultante puede ser aliada de la representación de las diferentes posturas que existen en el país, pero también expresa un desafío para todas las fuerzas políticas con expectativas de victoria en octubre y de gobierno desde diciembre. Ese desafío es el de no profundizar la crisis actual, sino revertirla.
Las PASO sirven para ordenar la oferta partidaria y también ofrece la posibilidad de sacar una “foto” al humor ciudadano de momento. En este sentido, puede ser vista como una “encuesta precisa” (pues aún no se definió ningún cargo, solo candidaturas) que posibilita saber la ubicación de cada fuerza en las preferencias del electorado. Así las cosas, las PASO del domingo 13 de agosto tuvieron un ganador en Javier Milei, candidato de La Libertad Avanza (LLA). Este último mediante un liderazgo estridente y polarizador, además de una organización fuertemente personalista y sin estructura nacionalizada logró superar el 30% de los votos. Detrás quedaron Unión por la Patria (UP) y Juntos por el Cambio (JxC). Estas, por su parte, pueden ser vistas como aquellas con poco para festejar en este proceso electoral por varios aspectos. Un punto en común a ambas fuerzas políticas es que obtuvieron muchos menos votos que en 2019.
Comparación electoral 2023 – 2019
Fuerza | PASO 2023 | General 2019 | PASO 2019 |
La Libertad Avanza | 30,04 | – | – |
Juntos por el Cambio | 28,27 | 40,28 | 32,94 |
Frente de Todos/Unión por la Patria | 27,27 | 48,24 | 47,78 |
Fuente: Ministerio del interior
En UP el resultado puede relacionarse con el escenario de incompatibilidad en el que se encuentra Sergio Massa. Quien hasta el domingo era su principal pre-candidato presidencial (finalmente electo para ser el postulante a la presidencia en octubre) es también ministro de economía. La incompatibilidad surge pues la Argentina se encuentra sumergida en una crisis económica que se acarrea de mucho tiempo atrás y que el gobierno actual nunca ha logrado encontrarle la vuelta (desde que Massa es ministro, todos los indicadores económicos siguieron empeorando). La persistencia de esta dificultad no solo devalúa la moneda, también hace lo propio con la candidatura de Massa. La razón es simple: no solo no puede salir a criticar el contexto existente o las medidas adoptadas, sino que tampoco se encuentra en condiciones de salir a proponer políticas futuras que no pueda poner sobre la mesa ahora. Su credibilidad en cuanto a recetas es inexistente. En definitiva, el ser ministro de economía, le ata a Massa de pies y manos su candidatura y la posibilidad de incrementar su competitividad.
En este último sentido, recordemos que la candidatura de Massa se debió a que fue considerada la más competitiva dentro de un peronismo políticamente fragmentado, no solo externamente (pensemos en la presencia de Schiaretti) sino también internamente. Lo sucedido con el presidente y la vicepresidenta así lo representa. Por un lado, un presidente con la posibilidad constitucional de la reelección pero que había perdido rápidamente el capital político logrado en pandemia, no era visto como un potencial candidato con chances de competir electoralmente. Esto lo condenó a ser “pato rengo”. Por otro, quien podía ser la candidata más competitiva (Cristina Fernández) se encontraba limitada por causas judiciales. Fuera de estas dos opciones y la de Massa (ministro de economía de una economía quebrada) no había candidaturas competitivas. Era Massa el all in al que podía apuntar el peronismo, pero con posibilidades reales bajas dada la coyuntura. El peor resultado electoral del peronismo nos muestra entonces una cosa: la crisis de liderazgo en el que se encuentra este espacio político en la actualidad. Si la derrota se repite en los próximos meses, puede esperarse una renovación de la cúpula del peronismo como sucedió en procesos similares en el pasado.
Ahora bien, JxC tampoco obtuvo un mejor resultado, ya que no logró capitalizar el descontento con el oficialismo pues no pudo incrementar su base electoral, sino todo lo contrario. Es por esto que esta fuerza política también fue derrotada en las PASO. Desde JxC el proceso electoral en estos meses estuvo centrado en las disputas internas (más que en las agendas centrales para la sociedad) que en algún momento pusieron en tela de juicio la continuidad de la coalición. El ala dura (triunfante finalmente en la primaria) versus el ala moderada limitó la capacidad de captar votantes fuera del núcleo duro más ligado a esta fuerza política. Adicionalmente, la candidatura de Milei también limitó la capacidad de capitalizar el votante enojado, pues en gran parte (así lo demuestran los números) se lo terminó llevando su candidatura. Por ello, el voto “bronca” le quitó al peronismo, pero también a JxC.
El corolario del avance de Milei y del retroceso de UP y de JxC está en el mapa de las provincias donde ganó cada alternativa. El peronismo ganó en Buenos Aires, Catamarca, Santiago del Estero, Chaco y Formosa. JxC lo hizo en la Ciudad de Buenos Aires, Corrientes y Entre Ríos. En el resto de las provincias (16 en total) obtuvo la victoria Milei. El dato revelador que surge de esto: un candidato sin estructura partidaria subnacional, sin un/una solo/a gobernador/a a su favor derrotó en la mayoría de los distritos a fuerzas políticas con todos esos recursos: gobernadores y estructura. Una nueva muestra del efecto del voto bronca, mata a estructura partidaria. Algo parecido ocurrió en 2001. La diferencia ahora es que el voto bronca encontró una alternativa sobre la cual depositar un “voto positivo”.
Provincias donde ganó LLA (violeta), UP (azul) y JxC (naranja)
Fuente: diario perfil
Dicho lo anterior, podemos pensar el futuro y los desafíos para todas las fuerzas. Si se repiten en octubre los resultados actuales ninguna ganaría en primera vuelta. Por lo tanto, si tienen expectativas de victoria, el porcentaje alcanzado tiene que ser un piso, no un techo.
El discurso de Milei es cautivante para un votante enojado, aunque también para aquel que puede comulgar con sus ideas. Cualquiera sea el caso, un discurso extremo conquista a quien se acerque a ese punto (sea por bronca o por convicción). No es tan convocante para un/a votante más moderado/a. El desafío entonces para dicho candidato está en poder transformar su discurso en uno más “catchallista” (y por tanto, moderado).
Massa y Bullrich comparten, con sus diferencias de situación, desafíos: evitar la dispersión del voto de su fuerza política (producto de la primaria entre diferentes candidatos de la misma fuerza) e incrementar su base electoral. En cuanto al primer aspecto Bullrich podría estar ante un escenario más desafiante por dos aspectos. Por un lado, por la cantidad de votos que obtuvieron Rodríguez Larreta y Bullrich respectivamente. La sumatoria dio 28,27%, en el cual la ganadora tuvo casi 17% y Larreta poco más del 11%. Esto significa que hay un 11% de votos que fue para el precandidato derrotado y que desde JxC deben evitar que se disperse en otras opciones. La competencia polarizadora mostrando diferencias y no puntos en común que caracterizó a esta fuerza política hace que la supervivencia de dicho porcentaje no sea automática y ahí la dirigencia tendrá trabajo en estos meses. La búsqueda de la foto de unidad en estos días, es muestra de ello. Del otro lado de la vereda, también hubo claras oposiciones entre Massa y Grabois. La diferencia es que el porcentaje de este último fue más marginal en comparación al del ganador de la contienda. UP habiendo obtenido 27,27%, Massa sumó el 21,4% y Grabois casi el 6%. No obstante ello, el bajo porcentaje alcanzado por el actual ministro de economía hace que ese 6% sea crucial para sostener su competitividad ya herida por su doble rol.
Es en el segundo desafío (el del incremento de la base electoral) donde Massa puede estar más complicado porque depende de una mejora sustancial de la economía, lo cual parece que no va a ocurrir en el corto plazo. De hecho, está sucediendo todo lo contrario: horas después de la elección la moneda se devaluó, los precios volvieron a subir y el mismo destino se espera para la inflación. Puede aspirar a encontrar un salvavidas en una reconfiguración de la maquinaria peronista a nivel de las provincias que permita reflotar el voto allí donde fue menor al esperado. Algo similar puede ocurrirle a Bullrich con la maquinaria radical. Esto puede tener cierta relevancia también cuando el dato que surge de las PASO es una participación de las más bajas desde el regreso a la democracia (por debajo del 70%). La movilización en pos de promover una mayor participación, puede ser un recurso utilizado por las fuerzas políticas a nivel territorial. Recordemos que la maquinaria más nacionalizada, es un recurso con el que cuentan Massa y Bullrich, pero no Milei. Eso sí, hasta ahora este recurso no ha sido determinante como indicamos más arriba.
En una Argentina dramática como la actual, los desafíos no se terminan de cara a la competencia. La fragmentación política que experimenta el país, sumada a la polarización también existente genera otro tema a afrontar, en principio por quienes finalmente terminen ganando la elección presidencial. Tal como surge del ejercicio desarrollado por el diario La Nación y representado en la imagen que se observa más abajo, puede confirmarse que con la distribución electoral actual ninguna fuerza va a acercarse a tener mayoría en ninguna de las cámaras del Congreso de la Nación. El escenario sería aún más problemático para Milei, el cual parte en la actualidad con solo dos bancas en diputados.
Potencial composición del Congreso de la Nación a partir de datos electorales 2023
Fuente: La Nación
Si ninguna fuerza tiene mayoría en el Congreso, gane quien gane no va a poder imponer su agenda a nivel legislativo. La biblioteca politológica se divide en este punto. Para parte de la misma, el no tener mayoría lleva a la parálisis institucional y potencialmente a que el o la presidente/a acuda a otras herramientas (como el decreto) para legislar, lo cual debilita la actividad parlamentaria y concentra el poder en el poder ejecutivo (esto debilita claramente a la democracia). Para otra parte puede ser positivo en tanto lleva a que la lógica de frenos y contrapesos funcione de manera más adecuada. En un escenario así, la negociación y el acuerdo debe pasar a ser la regla. De esta manera, el buen funcionamiento democrático de las instituciones en la Argentina de los próximos años no va a poder estar vinculado a la imposición y mucho menos a la polarización recalcitrante de ver al otro como un opuesto absoluto, sino que va a estarlo a la necesidad del acuerdo. Como resultado, el Milei “puro”, si llega a la presidencia, debe saber que es totalmente incompatible con la institucionalidad democrática en un escenario fragmentado como el actual. El acuerdo requiere un cambio de estrategia indefectiblemente. Esto va para él, como para cualquiera de sus contrincantes.
En definitiva, la Argentina está fragmentada. También está polarizada. Lo está a nivel electoral y va a estarlo a nivel legislativo. Las fuerzas políticas hoy están frente al desafío de buscar la mejor estrategia para obtener la victoria luego del escenario de tercios evidenciado por las PASO. De la competencia en los próximos meses, surgirá el próximo gobierno, también con desafíos. Están los ya clásicos, desde la economía a la seguridad. Y están los vinculados a la coyuntura política fragmentada. El escenario de tercios a nivel nacional, las diversas fuerzas políticas gobernantes en las provincias (La Libertad Avanza no está entre ellas) y la futura fragmentación (y polarización) en el Congreso hace que el poder no esté concentrado en nadie. La Argentina va a requerir acuerdos. La clase política tendrá que estar a la altura.