El sexismo y la homofobia siguen impregnando las escuelas en América Latina

El sexismo y la homofobia siguen impregnando las escuelas en América Latina
Un informe de UNESCO asegura que la discriminación y el acoso contra estudiantes LGBTI sigue siendo difundido en las escuelas.

El Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2020 América Latina y el Caribe- Inclusión y educación: Todos y todas sin excepción, demuestra que el sexismo y la homofobia aún siguen extendidos en las escuelas de América Latina.

Un estudio realizado en siete países de la región (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay) encontró que cuatro de cada cinco estudiantes LGTBI no se sienten seguros en la escuela. En Colombia, el 15% de los y las estudiantes habría sido víctima de violencia escolar debido a su orientación sexual. En Perú, alrededor del 17% de los estudiantes LGTBI denunciaron agresiones físicas el año pasado. En México, el 75% del estudiantado LGTBI experimentó acoso verbal e insultos en la escuela y el 66% de los estudiantes transgénero reportaron haber sufrido acoso escolar.

A pesar de que hay avances en la región con la introducción de leyes de identidad de género y contra la discriminación en varios países, el clima escolar sigue siendo hostil para los y las estudiantes LGTBI, quienes siguen siendo propensos a sufrir acoso verbal, violencia psicológica y física por parte de sus compañeros. Esto no solo afecta su dignidad, sino que también su desarrollo socio-emocional, y puede generar deserción escolar.

El informe también muestra que los jóvenes de la región que experimentaron mayores niveles de victimización por su orientación sexual tenían al menos el doble de probabilidades de no asistir a la escuela y presentaban altos niveles de depresión. En los siete países analizados, el estudiantado LGBTI manifestó sentirse inseguro en la escuela debido a su orientación sexual (entre el 47% y el 81% de los y las encuestados), y expresión de género (entre el 32% y el 63%).

En la actualidad, la diversidad sexual sigue siendo un tema ausente en la currícula de varios países latinoamericanos. Las escuelas tienen que ser inclusivas si queremos que la sociedad sea inclusiva. 

Introducción

Los sistemas escolares reflejan las desigualdades sociales de los países en los que están situados. América Latina y el Caribe sigue siendo la región más desigual del mundo. En 21 países, las probabilidades de que los alumnos y las alumnas del 20% más rico de la población finalicen la secundaria son, en promedio, cinco veces más altas que las de los alumnos y alumnas del 20% más pobre. 

La identidad, el origen y la capacidad determinan las oportunidades de educación. En Panamá, en 2016, el 21% de los indígenas varones de entre 20 y 24 años habían finalizado la escuela secundaria frente al 61% de sus pares no indígenas. En Paraguay y en Honduras, el 32% de los y las indígenas son analfabetos. En 2015, las personas afrodescendientes tenían un 14% menos de probabilidades de finalizar sus estudios secundarios que sus pares no afrodescendientes en el Perú y un 24% menos en el Uruguay. En promedio, los adolescentes de entre 12 y 17 años con discapacidad tenían un 10% menos de probabilidades de asistir a la escuela que los que no tenían ninguna discapacidad.

Los mecanismos de discriminación, los estereotipos y la estigmatización afectan de manera similar a todos los jóvenes en riesgo de exclusión e inciden en su aprendizaje. La mitad de las y los alumnos de 15 años en América Latina no alcanzaron el nivel mínimo de competencia en lectura. En tercer grado, los alumnos y alumnas que hablaban en su casa el idioma predominante en su país tenían tres veces más probabilidades de leer y comprender lo que leían que sus pares. En siete países, lesbianas, gay, bisexuales y transgénero dijeron que enfrentaban hostilidad en la escuela; los alumnos y alumnas que padecían mayores niveles de victimización eran como mínimo dos veces más propensos a faltar a la escuela.

Si bien algunos países están evolucionando hacia la inclusión, todavía abundan las percepciones erróneas y la segregación. Alrededor del 60% de los países de la región tienen una definición de educación inclusiva, pero solo el 64% de esas definiciones abarcan a múltiples grupos marginados. Eso significa que la mayoría de los países aún tienen que adoptar un concepto más amplio de inclusión. Los ministerios de educación de los países de América Latina y el Caribe han sido los más activos en la formulación de leyes relativas a grupos individuales, por ejemplo, con relación a la discapacidad (95%), al género (66%) y a las minorías étnicas y los pueblos indígenas (64%). Pero en el caso del alumnado con discapacidad, en un 42% de los países las leyes prevén brindarles educación en instalaciones separadas y solo en un 16% promueven la educación inclusiva; el resto opta por combinaciones de segregación e integración.

Los países de América Latina y el Caribe se han comprometido a utilizar datos, pero aún hay mucho por mejorar. Las encuestas son clave para desagregar los indicadores educativos por características individuales, pero el 57% de los países de América Latina y el Caribe, sobre todo los del Caribe que comprenden el 13 % de la población de la región, no suministran datos de encuestas. Los países han mejorado sus datos sobre etnicidad y discapacidad. Pero en nueve países, los sistemas de información de gestión de la educación no recopilan datos sobre la educación de los niños, niñas y jóvenes con discapacidad.

Principales hallazgos

América Latina y el Caribe es la región con más desigual del mundo:

El coeficiente Gini de desigualdad del ingreso bajó de 0,527 en 2003 a 0,456 en 2018, pero sigue siendo el más alto del mundo. El 10% más rico tiene el 30% del ingreso total, mientras que el 20% más pobre tiene el 6%.

Las oportunidades de educación están distribuidas de manera desigual:

Alrededor del 63% de las personas jóvenes finalizan la escuela secundaria, pero en 20 países, las probabilidades de que lo hagan los alumnos y alumnas del 20% más rico son cinco veces más altas que las del 20% más pobre. En Guatemala, un 5% de los alumnos y alumnas más pobres finalizan la escuela secundaria, frente al 74% de los más ricos.

Las tasas de asistencia a la escuela son más bajas para las personas jóvenes con discapacidad, los hablantes de lenguas indígenas y los afrodescendientes.

Los resultados educativos están distribuidos de manera desigual:

– La mitad de los alumnos y las alumnas de 15 años en América Latina no alcanza el nivel mínimo de competencia en lectura.

En la República Dominicana, Guatemala y Panamá, menos de 20 alumnos y alumnas de 15 años en situación de pobreza alcanzan el nivel mínimo de competencia en matemáticas por cada 100 de sus pares más ricos.

– Existe una brecha entre las puntuaciones de lectura de las y los alumnos inmigrantes y los hablantes nativos de la lengua dominante. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la diferencia en 2015 era de 36 puntos porcentuales.

Se requieren mayores esfuerzos para recopilar más datos útiles sobre los niños y las niñas que son dejados atrás: 

El Caribe tiene una baja cobertura en encuestas de hogares (desde 2015, solo cuatro de los 21 países tenían una encuesta disponible públicamente) y en evaluaciones transnacionales de aprendizaje (solo la República Dominicana participó en la prueba de PISA de 2018).

En 1980, solo seis países hispanohablantes de la región incluían una pregunta sobre la etnia en sus censos; hoy todos, con excepción de la República Dominicana, tienen una pregunta en ese sentido.

Costa Rica, Chile y Suriname han introducido módulos sobre discapacidad en sus encuestas con un enfoque más social que médico sobre discapacidad.

La no discriminación y la inclusión han sido objeto de declaraciones internacionales desde 1960 y 1990, respectivamente. La inclusión está presente en toda la Agenda 2030, con su llamado a no dejar a nadie atrás:

La lucha de las personas con discapacidad ha influido en las perspectivas de inclusión en la educación. La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de 2006 (CDPD) garantizó el derecho a la educación inclusiva, pero no llegó a definir con precisión la inclusión en la educación.

Covid-19 y la inclusión en la educación

Los países de América Latina y el Caribe han reaccionado ante la crisis educativa provocada por el Covid-19:

– La región ha logrado extender la educación a distancia a la población total más elevada de alumnos y alumnas potenciales (91%), muy por encima del promedio mundial (69%). La cobertura potencial más alta se dio través de la televisión (86%) y la radio (50%).

– En mayo 2020 de 26 países de la región, 7 tenían plataformas de aprendizaje, 22 ofrecían contenidos digitales, 13 utilizaban contenidos de material didáctico y redes sociales, y 20 impartían educación a través de programas de radio o televisión.

El potencial de cobertura de esas medidas no se refleja necesariamente en la cobertura real:

La pandemia tiene tres consecuencias para la inclusión en la educación: la falta de aprendizaje, una mayor pobreza producida por la recesión, y la interrupción de los servicios de apoyo. Todas ellas afectan más a las alumnas y los alumnos desfavorecidos.

Entre el 25% de los hogares rurales más pobres de Nicaragua, la mitad carecía de electricidad.

En 2014-2015 solo el 13% de los hogares del quintil más pobre en Guatemala tenía un televisor.

En 2017, solo el 52% de los hogares de la región tenían acceso a Internet y el 45% a una computadora.

Al menos el 20% de los alumnos y las alumnas de 15 años en la Argentina, el Brasil y México carecían de un sitio tranquilo en el hogar para estudiar. Una encuesta telefónica a personas jóvenes de entre 14 y 18 años en el Ecuador mostró que aquellos del cuartil más pobre tenían más probabilidades que sus pares más ricos de dedicar más tiempo a trabajar o realizar tareas domésticas que a la educación.

El alumnado y sus padres y madres necesitan apoyo adicional durante la pandemia:

– Los alumnos y las alumnas necesitan recibir comentarios sobre sus progresos. En la Argentina, el 81% del alumnado informó que se les asignan tareas para el hogar, el 77% informó estar en contacto con los docentes y el 69% dijo que recibía evaluaciones de sus maestros y profesores.

– Muchos padres y madres tenían que hacer malabarismos para concertar el apoyo escolar en casa con otras responsabilidades. En el Paraguay, los padres de familia señalaron que la repercusión más seria de la pandemia en sus vidas era en la educación. Aproximadamente el 32% consideraba que, desde el punto de vista de la educación, 2020 sería un año perdido.

Fuente: Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2020 América Latina y el Caribe- Inclusión y educación: Todos y todas sin excepción, 2020 – Disponible en https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000374615