Elecciones en la Argentina: del voto rechazo al voto miedo

Elecciones en la Argentina: del voto rechazo al voto miedo

Del mismo modo que las PASO, las elecciones generales confirmaron expectativas, pero también generaron sorpresas. En cuanto a lo primero, se esperaba por un lado que no se resuelva la elección presidencial en primera vuelta, sino que esto iría a suceder en el balotaje. Por otro, desde la sorpresiva victoria de Milei en las PASO se descontaba que este último formaría parte del binomio sobreviviente para la segunda ronda y así fue. Restaba por definirse quién sería la otra figura que completaría la elección de noviembre: Massa o Bullrich. Aquí viene la sorpresa, no tanto por quien terminó accediendo sino por el hecho de cómo lo logró, además de que esto lo hizo en un contexto de crisis económica. Es decir, Sergio Massa, actual ministro de economía en un país que se encuentra en un periodo interminable de inestabilidad económica, política y social, logró el triunfo en primera vuelta, con más de seis puntos de diferencia respecto al segundo, en este caso Milei.

Porcentaje de votos de las tres principales fuerzas políticas en elección presidencial

 PASOPrimera VueltaDiferencia en %
Unión por la Patria27,2836,68+9,4
Avanza la Libertad29,8629,98+0,12
Juntos por el Cambio2823,83-4,17

No solo Massa ganó la elección, sino que sumó votos como ninguna otra opción. La Libertad Avanza prácticamente se mantuvo en el mismo porcentaje y Juntos por el Cambio fue la principal derrotada (en votos y por quedarse fuera de la segunda ronda). Como decíamos recién, Massa obtuvo la victoria en un contexto negativo en lo económico (aumento de la inflación), en lo social (aumento de la pobreza) y en lo político (Massa es ministro de economía del actual gobierno y ni Alberto Fernández ni Cristina Fernández participaron de la última etapa de la campaña debido a su impopularidad). La pregunta es ¿cómo logró este resultado? La respuesta parece tener varias aristas.

Uno puede entender que, a diferencia de lo sucedido en las PASO, la estructura política del peronismo funcionó mucho mejor. Sea esta para la generación de alianzas subnacionales, como para la movilización de votantes y la fiscalización. La provincia de Buenos Aires es reflejo de esta situación, donde también en una coyuntura social y económica difícil, el actual gobernador obtuvo la reelección gracias a más del 45% de los votos.

También uno puede suponer que las medidas electoralistas implementadas desde las PASO pudieron acercar a parte del electorado hacia la candidatura oficialista. Sin embargo, hay que recordar el efecto limitado de las mismas, vinculadas principalmente con los/las trabajadores/es formales. Los/las informales quedan fuera de todo alcance de medidas como ganancias y la devolución del IVA.

Consideramos que hay otro elemento que puede haber torcido la balanza a favor de Massa: el voto miedo, el cual pudo haber sido más determinante que el voto rechazo. Veamos a qué nos referimos.

Hasta no hace mucho tiempo atrás, estaba la creencia de que Juntos por el Cambio ganaría la elección. No era difícil pensar las razones: era la principal fuerza política de la oposición, el gobierno estaba en crisis y la economía no remontaba. Sin embargo, ese lugar comenzó a ser disputado por Milei, su discurso antisistema y sus propuestas de políticas que calaron hondo en el electorado: principalmente a partir de la dolarización y la demanda de libertad.

El momento de consagración de esta disputa del lugar en la oposición fue las PASO donde Milei terminó saliendo primero. Las PASO fueron un escenario de voto rechazo. Pero el hecho de que esta fuerza política ahora pasara a ser vista como una con mayores chances en cuanto a una victoria electoral, llevó a que se observe con mayor detenimiento sus debilidades: llegó a esta instancia sin gobernadores propios, sin intendentes, con una organización personalista que gira casi en exclusividad en torno a la figura de Milei y con una baja presencia política en el Congreso. En otras palabras, se evidenciaba que el Milei antisistema tendría pocas probabilidades no de ganar, sino de gobernar pues no tendría aliados directos subnacionales y tendría a futuro una presencia limitada en el Congreso. En un marco de políticas restrictivas como las que propone en materia económica y social, los análisis comenzaron a augurar escenarios de mayor conflictividad e inestabilidad en todos los ejes con un gobierno de Milei. A todo esto, debe sumarse las declaraciones disruptivas de varios de sus referentes sobre consensos básicos alcanzados en estos cuarenta años de democracia: desde el revisionismo de la última dictadura, pasando por la idea de romper relaciones con el Vaticano a la posibilidad del rechazo a la paternidad. Aparece así el voto miedo.

La victoria de Milei en las PASO fue muestra del voto rechazo a las políticas llevadas adelante en los últimos años y los resultados negativos que las mismas tuvieron en todas las aristas de la vida social, económica y política de la Argentina. Pero el escenario de las generales ya fue otro, pues frente al ya presente voto rechazo se le sumó el voto miedo, principalmente dirigido al referente antisistema de la elección.

Ahora, ¿por qué ese voto miedo no se terminó inclinando hacia Bullrich? Aquí debemos volver al periodo previo a las PASO, donde la interna de Juntos por el Cambio estuvo más centrada en presentar diferencias entre la anterior y Larreta, en torno a mostrar quién era más antikirchnerista o más moderado. La tensión y polarización interna tiene su riesgo: la dispersión del voto propio. Los datos así lo demuestran. Bullrich no sumó muchos votos. La incorporación de este último al futuro gobierno, fue una medida tardía.

Así pues Massa se favoreció de la combinación de factores: organizativos del peronismo, de las políticas llevadas adelante, del voto miedo y de que Milei le ganó a Bullrich. Uno puede decir que antes de perder la elección con el peronismo, Juntos por el Cambio lo hizo con La Libertad Avanza. Desde que esta fuerza le quitó protagonismo, la que otrora era la principal fuerza de oposición al oficialismo vio mermada sus chances electorales.

No obstante lo anterior, la elección no está terminada, pues si bien Massa logró una diferencia importante con Milei, el escenario puede finalmente inclinarse para uno u otro dependiendo de los movimientos de los siguientes factores: la economía, las alianzas y el electorado.

A nivel de la economía, un escenario de “mayor estabilidad” (sin mayor escalada del dólar y de la inflación que la existente y que lleve a un nueva corrida o escenario de pánico general) puede favorecer a Massa. La explosión de una hiperinflación o escenas de pánico en cuanto a la necesidad de acopiarse de bienes de consumo, puede favorecer a Milei.       

En cuanto a las políticas de alianzas, quienes apoyen a uno u otro puede ser importante para mostrar un mayor nivel de aceptación de parte del resto del espectro político, más cuando existe la idea de que en la segunda vuelta hay dos modelos en pugna muy distintos que si bien han obtenido respaldo electoral, también generan rechazo (y hasta miedo).

Un caso a analizar en detalle en el terreno de las alianzas es lo que ha estado ocurriendo con los integrantes de Juntos por el Cambio (tercera fuerza electoral el 22 de octubre).  ¿Cómo posicionarse de cara al balotaje? Frente a esto había tres caminos: inclinarse por Massa, por Milei o mantener la neutralidad mostrándose como “tercera vía” y opción a futuro. Desde el PRO han salido diferentes dirigentes a posicionarse a favor de Milei, indicando que “Massa es el límite”. Esto no ha ocurrido con la cúpula del radicalismo (con la excepción de Luis Petri) y otros dirigentes del PRO (como María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta). A la UCR, Milei lo ha insultado, incluso a referentes históricos de este espacio, por lo tanto, es imposible pensar un apoyo orgánico a dicha candidatura por parte de este partido. La posición que ha primado hasta el momento en los actores críticos frente al apoyo a Milei, es la de neutralidad. Este último camino parece el más adecuado para la supervivencia de Juntos por el Cambio. No obstante, los movimientos en el tablero encabezado por Macri y Bullrich, ya ubica en jaque la continuidad de esta alternativa política. La dispersión de Juntos por el Cambio puede también verse representada en el voto que el domingo la había acompañado.

En línea con esto último, también aparece el votante. Uno puede entender que la recta final de la elección está enmarcada en un escenario de voto rechazo versus voto miedo. Independientemente del voto afirmativo por una de las opciones, el voto negativo a uno de los candidatos puede definir la elección. En otras palabras, quien gane la elección es aquel que menos negatividad sume. Pero incluso en este aspecto el voto de las otras fuerzas puede no comportarse en bloque. Por ejemplo, en Juntos por el Cambio hay sectores que, en línea con sus dirigentes, pueden inclinarse tanto por Milei como por Massa. Un nuevo indicador de que la mejor estrategia para esta fuerza es la de mantener la independencia (siempre que el objetivo sea la subsistencia de la coalición).

Frente a estos escenarios especulativos en cuanto al resultado de la segunda vuelta, surge aquel en el que ya tenemos certeza: el legislativo. Gane quien gane, el futuro gobierno es uno que en el Congreso deberá promover la negociación y el consenso. Esto ya es innegable. Este escenario es más compatible con el discurso de “unidad” de Massa. No así con el discurso anti-establishment característico de Milei. Para decirlo de otra manera, un “Milei puro” es incompatible con un escenario de gobernabilidad en la Argentina actual. Su discurso del domingo a la noche ya dio muestra del reconocimiento de esto último. Las negociaciones con Macri y Bullrich también. Milei abandonó o moderó su poder de chantaje (influencia sobre la agenda) y comenzó a promover un intento de poder de coalición ofreciendo ministerios en su futuro gobierno (proponiendo hacer “tabula rasa” con Juntos por el Cambio, incluso con la izquierda). Se diluye así su carácter antisistema, intentando mostrar capacidad de gobernabilidad. El “león” finalmente es reemplazado por el “gatito mimoso”.

Futura Composición del Congreso Nacional

 Diputados Quórum: 129Senado Quórum: 37
Unión por la Patria10832
La Libertad Avanza388
Juntos por el Cambio9426
Otros176

Fuente: elaboración propia en función de datos de Chequeado[1]

Si la fractura de Juntos por el Cambio se confirma, esto se reproduciría en el Congreso desarmándose el bloque y por ende el escenario planteado en la tabla pasaría a ser uno de mayor fragmentación. Si pensamos en los socios mayoritarios de esta coalición, tanto el radicalismo como el PRO perdieron bancas en las dos cámaras. Mientras que en la Cámara de Diputados, cada partido quedaría con un número en torno a las cuarenta bancas, en el Senado el PRO quedaría con seis y el radicalismo con trece. Una menor cantidad de bancas y en bloques separados, reduciría la capacidad de Juntos por el Cambio de influir en la agenda parlamentaria de los próximos años. De esta manera, vemos que el resultado electoral otorgó un ganador diferente en las PASO. La sorpresa está en que ganó el “candidato-ministro” miembro de un gobierno en crisis y en el marco de una economía debilitada. Si lo hizo es porque el electorado votó no solo afirmativamente. Pesó el voto rechazo, pero también el voto miedo. Queda abierto el juego para el balotaje. Del mismo modo que en la general, son varias las aristas que terminarán definiendo el resultado de la contienda electoral en noviembre: la coyuntura, las alianzas y las razones que terminen inclinando para un lado o el otro la balanza de preferencias en el electorado.   


[1] Link: https://chequeado.com/el-explicador/elecciones-2023-como-quedara-conformado-el-nuevo-congreso/