¿Fin o reajuste del presidencialismo de coalición? Un análisis de las elecciones brasileñas del 2 de octubre de 2022

¿Fin o reajuste del presidencialismo de coalición? Un análisis de las elecciones brasileñas del 2 de octubre de 2022

por Julio Burdman[1] para Centro RA

 

El pasado 2 de octubre, Lula fue el candidato más votado de unas elecciones distintas en Brasil. Los dos actores centrales del cambio reciente en la política brasileña se enfrentaron sin intermediarios. Desde 1989, año en que empiezan a regir las elecciones directas y el sistema de doble vuelta, hubo siete balotajes y ninguna reversión de resultado en este país; eso, junto al haber logrado 48,4% de los votos en el primer turno, posicionan a Lula como el favorito para el segundo turno de las elecciones, que se realizarán el próximo 30 de octubre. Sin embargo, la posible vuelta de Lula encontraría un sistema cambiado, como pudimos constatar en los resultados de esta elección: el bolsonarismo, una fuerza populista de derecha ajena a la cultura del “presidencialismo de coalición”, parece haberse consolidado en el poder legislativo y la política estadual.

i. El proceso electoral del 2 de octubre: regreso de Lula, concentración y territorialización

Las elecciones generales brasileñas, que suceden cada cuatro años, son uno de los procesos de renovación simultánea de cargos más importantes del mundo democrático. En esta oportunidad, en un mismo día se votó para presidente y vice, la totalidad de la Cámara de Diputados (513 bancas), un tercio del Senado (27 bancas), gobernador y vice de los 27 estados del país, y las asambleas estaduales. El actual presidente, Jair Bolsonaro, va por su reelección. Es el cuarto presidente desde la democratización que la persigue: Fernando Henrique Cardoso (1994-2002), Lula Da Silva (2002-2010) y Dilma Rousseff (2010-2016) se reeligieron. Pero Bolsonaro podría ser el primero en no lograrlo. En la primera vuelta del 2 de octubre, con 48,4%  la fórmula Lula Da Silva – Geraldo Alckmin quedó a poco de llegar a la mayoría, mientras que la de Bolsonaro – Walter Braga Netto terminó en segundo lugar  con el 43,2%. Después de la controversia, la cárcel y la exoneración, la figura clave de los últimos 20 años de la política brasileña volvió.

Tabla 1. Resultados de las elecciones presidenciales del 2 de octubre de 2022

Fuente: en base a datos del Tribunal Superior Electoral (https://resultados.tse.jus.br/)

La suma del 48,4 de Lula y el 43,2 de Bolsonaro nos arroja el mayor nivel de concentración del voto entre dos frentes electorales desde la democratización, como podemos ver en la Tabla 2. En 1989, una elección fragmentada entre varios candidatos, había sido de solo 47,7 puntos; esta vez, llegamos al 91,6. Los partidos “grandes” del sistema en los años 90 -PMDB, PSDB, PDT- ahora son las “terceras fuerzas” y, para colmo, se vieron reducidas a la irrelevancia: la opción Lula – Bolsonaro dominó totalmente al electorado. Los niveles de concurrencia a votar no cambiaron respecto de comicios anteriores, lo que sugiere que en 2022 la polarización absorbió a los votantes con predisposición a escaparse del bipartidismo.   

Tabla 2. Comparativo de las elecciones presidenciales directas (1989-2022)

A su vez, esta inusual concentración del voto coincidió con el mayor nivel de territorialización, al menos si la medimos por jurisdicciones estaduales. Esto no es nuevo: todas las elecciones presidenciales brasileñas a partir del 2006 experimentaron una distribución territorial desigual del voto. Pero en esta oportunidad se hizo más pronunciada. Como podemos ver en la Tabla 2, en las elecciones presidenciales de 1989 (Collor), 1994 (Cardoso), 1998 (Cardoso) y 2002 (Lula), el más votado en la primera vuelta quedó primero en más del 85% de los 27 estados: 23, 25, 24 y 26 respectivamente. Pero a partir de las elecciones de 2006, el mapa comienza a cambiar:  en el Sur (Paraná, Santa Catarina, São Paulo), el Centro-Oeste (Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Rondônia), en el norteño Roraima y en el Distrito Federal, el PT comienza a perder siempre. Simultáneamente, el PT se va consolidando en el Norte en general, con especial predominio en el Nordeste. Como vemos en la Figura 1, que muestra los resultados de la primera vuelta presidencial de 2022 (en rojo, los 14 estados que ganó Lula, en azul los 13 de Bolsonaro), Brasil luce dividido en dos, y se forma una “bota” en el Norte petista, y un “resto” donde gana el no-petismo; si excluimos al estado clave de Minas Gerais, donde en 2018 se impuso Bolsonaro, lo que queda es una franja.

Figura 1. La “bota norteña” del petismo

Estas lecturas y visualizaciones por estado pecan de reduccionismo, porque no nos permiten ver las diversas realidades dentro de las jurisdicciones; en San Pablo, por ejemplo, no son lo mismo la ciudad, sus conurbanos empobrecidos, y las localidades más conservadoras del interior. Sin embargo, hay una regularidad insoslayable en el mapa bicolor: los estados del sur y del centro-oeste del país, donde el PT pierde, son los de mayor PBI per cápita, y los del norte son los más pobres. La única excepción es Roraima, un pequeño estado limítrofe con Venezuela donde solo vive el 0,3% de la población brasileña, cuyo antilulismo bien puede explicarse por el sentimiento antichavista de los roraimenses, cuya vida se ve signada por la proximidad con Venezuela.

Si vemos la evolución bicolor de los estados (Tabla 3), queda en evidencia que el no- petismo cambia de partidos pero sus votantes siguen localizados en los mismos lugares. Entre 2016 y 2014, el color azul correspondía a los candidatos del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), que en esta elección estuvo a punto de extinguirse. La transformación del no-lulismo, y el liderazgo de una nueva derecha sobre la base de ese electorado y a partir de las estructuras de los viejos partidos conservadores, son el otro cambio de apariencia estructural de los procesos presidenciales recientes. 

Tabla 3. Candidato más votado en primera vuelta presidencial, por estado (2006-2022)

ii. La confrontación se internacionalizó

Asimismo, cabe destacar que la regularidad de las elecciones y el juego limpio del adversario fueron puestos en duda por los candidatos principales, quienes además plantearon una lucha de tipo existencial: si ellos no ganaban, Brasil estaba en peligro. Esto fue un elemento novedoso. Por un lado, el presidente Bolsonaro dijo en más de una oportunidad en la fase final de la campaña que si él no ganaba en primera vuelta era porque una confabulación entre el Tribunal Superior Electoral y los líderes de la oposición iba a cometer un fraude para impedir su reelección. Por otra parte, Lula sostuvo que Bolsonaro no iba a reconocer el resultado, y diferentes medios de prensa se hicieron eco de aparentes conversaciones entre el candidato del PT y enviados del presidente Biden, con el fin de comprometer al gobierno de Estados Unidos a pronunciarse la noche del 2 de octubre reconociendo el resultado, sobre todo en caso de una actitud negadora de Bolsonaro. Todo esto potenció la dimensión política internacional del comicio, sobre todo si recordamos que Bolsonaro fue uno de los líderes políticos mundiales que no reconoció el triunfo de Biden sobre Trump en las elecciones estadounidenses de 2020. Durante la campaña, Trump reaparece apoyando a Bolsonaro a través de videos que fueron retransmitidos intensamente por las redes sociales. Y la noche de la elección, apenas terminaron de publicarse los datos del escrutinio con un recuento de 99%, pudo leerse un tweet de Anthony Blinken felicitando al pueblo brasileño por la elección.

Paralelamente, el triunfo de Lula era muy esperado por un conjunto de dirigentes sudamericanos y latinoamericanos, que se habían expresado abiertamente en apoyo del expresidente. El gobierno argentino se contaba entre ellos, pero también una parte de Juntos por el Cambio. Mientras tanto, la mesa de la coalición emitió un comunicado temprano celebrando la regularidad del comicio. Otra repercusión internacional de la campaña fue la cuestión de la violencia política pre-electoral, que fue también reportada por las misiones de observación electoral desde el territorio.

iii. La consolidación del bolsonarismo en las gobernaciones y el Congreso

Otra de las novedades de la elección es el avance del bolsonarismo en la política legislativa y en las gobernaciones estaduales. Como muestra la Tabla 4, en 14 de las 27 gobernaciones (26 estados más el Distrito Federal) los candidatos más votados a gobernador ya declararon su apoyo a Jair Bolsonaro para la segunda vuelta electoral. De ellos, 8 ya ganaron en primera vuelta, algunos con diferencias muy contundentes, y 6 deberán medirse en el segundo turno del 30 de octubre.

A su vez, los otros 13 declararon su apoyo a Lula, y 7 de ellos sin necesidad de acudir al ballotage. Pero cabe destacar que 3 de los 13 son del MDB (ex PMDB), un partido pragmático que tenía su propia candidata para la primera vuelta y que no se pronunció formalmente para la segunda, y que a partir de la campaña del ballotage tiene un compromiso de carácter condicional con el líder del PT.

En cambio, la derecha no solo creció electoralmente, sino que se ha vuelto más homogénea en materia de ideología y organización partidaria. Sobre el crecimiento, cabe destacar que en tres estados importantes y gobernados por el PSDB, São Paulo, Rio Grande do Sul y Mato Grosso do Sul, ahora quedaron en primer lugar tres bolsonaristas: Tarcisio de Freitas, Onyx Lorenzoni y Renan Contar. Los tres tienen vínculo directo con el presidente: Tarcisio (PR, São Paulo) y Lorenzoni (PL, Rio Grande do Sul) fueron ministros del gabinete presidencial, y Contar es un capitán del ejército muy alineado con la retórica presidencial.

Tabla 4. Apoyos de ballotage de los candidatos a gobernador más votados en 1ra. vuelta

Colores: en azul, los que apoyan a Bolsonaro junto a sus partidos. En celeste, los que lo apoyan a pesar de sus partidos. En rojo, los que apoyan a Lula junto a sus partidos. En naranja, los del MDB que apoyaron a Lula solo en segunda vuelta. En negrita, los candidatos a gobernador que ya fueron electos en primera vuelta.

En cuanto a la organización partidaria, recordemos que la derecha brasileña se caracterizó durante décadas por estar dividida en diferentes partidos, cada uno de los cuáles se destacaba por ser fuerte en un estado o región particular. Pero desde la llegada de Bolsonaro al poder, y con el objetivo de competir mejor en las elecciones y unificar sus bancadas en el Congreso, el oficialismo se fue uniendo y articulando a partir de cuatro nuevas fuerzas. En primer lugar, União Brasil (Unión Brasil), creada en octubre de 2021 a partir de la fusión del Partido Social Liberal y los Demócratas. União se convirtió en la fuerza partidaria más grande de Brasil. En segundo lugar, el Partido Liberal. Bolsonaro se afilió recientemente a este partido, que hoy expresa el núcleo duro del bolsonarismo y su bancada principal. Y en tercer y cuarto lugar tenemos respectivamente a los partidos Republicano y Progresista, que también ampliaron su base de dirigentes y militantes en los últimos dos años.

Es cierto que Bolsonaro quiso crear un partido nuevo y propio, Alianza por Brasil, pero no llegó a reunir los avales suficientes en el tiempo requerido, y allí fue que decidió sumarse al PL. Sin embargo, también es cierto que estas cuatro fuerzas, otrora más pragmáticas y en su mayoría, pertenecientes al famoso centrão[2] legislativo, se han hecho más homogéneas ideológicamente, y hoy están en sintonía con las ideas económicas, morales, socioculturales, internacionales y antiPT del presidente. 

Como podemos ver en las Tablas 5 y 6, el bolsonarismo alcanzó posiciones fuertes en ambas cámaras, en especial de la de Diputados, que se renueva totalmente cada cuatro años. La suma de los bloques que se alinearon con Bolsonaro tendrá 256 diputados a partir de 2023 (49,9% del total), los alineados con Lula 123 (24,0%) y el resto -una gran variedad de partidos de centroizquierda y centroderecha- los otros 134 (26,1%). En el Senado, que en 2022 renovó sólo un tercio, el avance de la derecha fue menor: los bloques bolsonaristas reunirán 36 de las 87 bancas, mientras que los lulistas solo 12.

Tabla 5. La Cámara de Diputados 2023-2027

Tabla 6. El Senado 2023-2027

Esta composición de las cámaras y gobernaciones plantea un interrogante clave: ¿la bolsonarización del no-petismo es un hecho consumado de la política brasileña de estos años? ¿O estos partidos y dirigentes derechizados solo se adaptaron a un clima de época, y volverán en poco tiempo a las viejas prácticas negociadoras y oportunistas de la cultura política brasileña. Analistas como Thiago Rodrigues ven al bolsonarismo como un fenómeno neofascista, y anticipan su respuesta: con o sin Bolsonaro como presidente, la radicalización de la derecha tiene bases sociales, y por lo tanto está llamada a perdurar[3]. Sin embargo, hay que ver cómo funciona esa hipótesis en el juego institucional, donde existen los incentivos y las alianzas por conveniencia.  De no ser así, una eventual presidencia de Lula deberá garantizarse una sólida alianza con las fuerzas de centro y centroderecha, porque de lo contrario no podría gobernar.

iv. Camino a la segunda vuelta

El 30 de octubre se definirá la titularidad de la presidencia, y de las 12 gobernaciones que no llegaron al 50% de los votos (que 15 sí lo hicieran habla de la combinación de concentración y territorialización). En estos días se conocieron dos pronósticos favorables a Lula Da Silva: el de Datafolha, que da 49% para el expresidente y 44% para el actual -con proyección de indecisos, 53 a 47- y el de IPEC, que prevé 50 a 43 a favor del candidato del PT, sin aclarar la proyección. Ambas encuestas relevaron datos entre el 5 y 7 de octubre.

Tabla 7. Pronósticos para el ballotage presidencial del 30 de octubre de 2022

Cabe destacar que en esta oportunidad, el desempeño de los pronósticos pre-electorales fue peor que en elecciones anteriores. Si bien todas las firmas acertaron al anticipar un primer lugar para Lula y un segundo para Bolsonaro, casi todas preveían una diferencia mucho mayor a favor del ganador. En general, las explicaciones que dieron fueron la presencia de “voto vergüenza” y que los indecisos (10% la semana previa de la elección, según Datafolha) se volcaron masivamente hacia Bolsonaro. En realidad, hubo un yerro más notorio de los pronósticos de Datafolha, que permanece inexplicado: en São Paulo, el estado que mejor conoce porque allí está su sede, la conocida encuestadora anticipaba una histórica elección de Lula y también una ventaja de casi 10 puntos del candidato petista a la gobernación, Fernando Haddad. Pero el 2 de octubre tanto Lula como Haddad quedaron segundos en este estado clave. São Paulo fue, tal vez, el problema central de las consultoras.

Puede ser relevante, también, los apoyos a Lula y a Bolsonaro de parte de los terceros candidatos. Tanto Ciro Gómes como su partido, el PDT ya se manifestaron por Lula; aun en caso de no haberlo hecho, probablemente sus votantes hubieran seguido ese camino de todos modos. Las dudas están sobre los simpatizantes del Movimiento Democrático Brasileño y el Partido de la Social Democracia Brasileña, otrora los partidos más grandes del país. Ambos dejaron en libertad de acción a sus dirigentes: la candidata Simone Tebet (MDB) declaró que votaría a Lula, aunque el expresidente Michel Temer, del mismo partido, se inclinó por Bolsonaro. Entre otros apoyos relevantes, cabe destacar el del líder histórico del PSDB, Fernando Henrique Cardoso, por Lula, y los de los gobernadores de São Paulo, Rodrigo García -sucesor temporal de Doria-, del PSDB, y de Minas Gerais, y el mencionado Romeu Zema, del Partido Novo, por Bolsonaro./


[1] Profesor titular de Geopolítica (UBA – UNDEF – ISEN). Doctor en Ciencia Política por el Instituto de Estudios Polìticos de París. 

[2] El centrão, o gran centro, fue durante años una red de pequeños bloques de partidos de centroderecha de implantación regional, que tenían un comportamiento oportunista y negociador frente al Ejecutivo y tenìan el virtual control de las cámaras

[3] Ver https://diplomatique.org.br/rumo-ao-bolsonarismo-sem-bolsonaro/