Javier Milei: la retórica radicalizada y el límite democrático

Javier Milei: la retórica radicalizada y el límite democrático
Por Hernán Toppi

La pandemia COVID – 19 tuvo un impacto negativo sobre diversas áreas sociales, políticas y económicas, fenómeno sobre el cual la Argentina no quedó exenta. Las dificultades económicas, las restricciones a la circulación y los desaciertos de la clase política produjeron un descontento en la ciudadanía cada vez más notorio a medida que avanzaban los meses en pandemia. Es justo aclarar que este fenómeno no solo sucedió en la Argentina sino que ha afectado a otros países. Por ejemplo, una idea bastante difundida en estos años de pandemia y que ha tenido escasas excepciones es que los ejecutivos han sido los más perjudicados a nivel electoral. En el caso argentino, el gobierno perdió las elecciones, con una disminución de bancas en ambas cámaras (principalmente en el Senado) tal como mostramos en un informe previo[1]. Este retroceso electoral incluso se evidenció a nivel provincial. La tabla siguiente compara en cada provincia la performance electoral de la fuerza ganadora para la elección de diputados en 2019 respecto a 2021. Como se observa en la mayoría de los casos, la alternativa más votada en 2019 experimentó un descenso en el porcentaje de votos obtenido dos años atrás. Esto no solo afectó al Frente de Todos, sino incluso a Juntos por el Cambio (la Ciudad de Buenos Aires así lo grafica).

Porcentaje de votos de fuerza ganadora en elección diputados 2019 respecto a 2021

             
  Provincia Fuerza ganadora Resultado 2019 Resultado 2021 Diferencia  
  Buenos Aires FDT 52,64 38,59 -14,05  
  Caba JPC 53,02 47,59 -5,43  
  Catamarca FDT 61,32 50,65 -10,67  
  Chaco FDT 56,7 44,52 -12,18  
  Chubut FDT 53,45 28,19 -28,26  
  Córdoba JPC 51,32 54,06 2,74  
  Corrientes FDT 50,98 36,69 -14,29  
  Entre Rios JPC 45,72 54,61 8,89  
  Formosa FDT 67,01 57,81 -9,2  
  Jujuy FDT 45,4 25,89 -19,51  
  La Pampa FDT 51,63 42,39 -9,24  
  La Rioja FDT 52,18 56,19 4,01  
  Mendoza JPC 52,44 49,58 -2,86  
  Misiones FDT 34,94 15,29 -19,65  
  Neuquén FDT 36,29 17,37 -18,92  
  Rio Negro FDT 45,1 27,01 -18,09  
  Salta FDT 46,68 32,81 -13,87  
  San Juan FDT 54,79 43,58 -11,21  
  San Luis JPC 46,67 46,9 -0,23  
  Santa Cruz FDT 62,13 27,52 -34,61  
  Santa Fe JPC 43,3 40,32 -2,98  
  Sgo. Del Estero Fte. Cívico por Santiago 56,88 64,88 8  
  Tierra del Fuego FDT 38,67 39,65 -0,98  
  Tucumán FDT 55,25 42,18 -13,07  
             

      Fuente: elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior de la Nación

Imagen de la gestión del gobierno de Alberto Fernández en pandemia y hasta la elección de 2021

Fuente: gráfico rescatado de encuesta nacional realizada por Zuban Córdoba y asociados (Noviembre de 2021)

Un dato complementario al anterior se desprende del gráfico precedente, el cual proviene de una encuesta[2] realizada por Zuban Córdoba y asociados. El mismo, muestra (línea púrpura) el crecimiento constante de la desaprobación de la gestión del gobierno nacional el cual no se detuvo en el camino hacia la elección legislativa de 2021. En este contexto de descontento, Javier Milei hace su primera aparición como candidato en una elección, en este caso la de diputados nacionales por la Ciudad de Buenos Aires. Milei ya contaba con un alto nivel de exposición resultado de su frecuente participación en los medios de comunicación (incluso en el teatro) con un discurso crítico sobre la clase dirigente y las políticas económicas implementadas, apariciones que se dieron desde antes de la llegada del Frente de Todos al gobierno en 2019.

¿Qué tuvo de novedoso su presencia a nivel competitivo y desde entonces a nivel representativo? La novedad se encuentra en que con un tono verborrágico, su propuesta política y económica fue planteada desde una oposición a la “casta”, entendida esta última como la clase política tradicional. Es decir, el emplear el término “casta” implicaba una postura antagónica no solo al peronismo (gobernante), sino al conjunto (o al menos a la amplia mayoría) del espectro político-partidario, sea este oficialista u opositor. La casta incluye a Juntos por el Cambio, perdiendo la coalición integrada por el PRO el factor anti-política sobre el que se había construido.

De este modo, desde “Libertad avanza” se ha planteado que siendo el problema la casta, la solución es Javier Milei. Este último se define como libertario y presenta esa definición como la llave mágica a los problemas. De la mano de la etiqueta libertaria se incluyen reformas económicas difusas poniendo el foco en el achicamiento del gasto del Estado, la dolarización, la eliminación del Banco Central, el ministerio de educación, etcétera. Si se lo mira críticamente a Milei, este no tiene nada nuevo. Solo propone reducir el gasto público con una retórica violenta, con términos poco usuales, antes reservados a la academia. Se construye así una posición que antagoniza con el conjunto de la política.

Desde la literatura académica se ha representado a la construcción de este tipo de oposición desde la tensión “nosotros versus ellos”. En este caso, el nosotros estaría representado por Milei, su propuesta y la sociedad a la que vendría a transformar. El ellos sería la casta (con la cual los anteriores no tendrían nada que ver) responsable de todos los males. Cuando este tipo de postura política se transforma en una que adquiere relevancia a nivel electoral o en la opinión pública, se derivan una serie de consecuencias que afectan de manera directa a los actores políticos, al sistema partidario y al funcionamiento del sistema político también.

Las podríamos resumir en el hecho de que la presencia en la arena política de una alternativa relevante que expresa una retórica “nosotros-ellos”, por un lado profundiza la polarización política, por otro dificulta la generación y sostenimientos de acuerdos (producto de que unos y otros no quieren saber nada entre sí) y finalmente lleva a la presencia de un sector político que, si bien expresa una aceptación de la democracia y de las reglas de juego, manifiesta un rechazo hacia el conjunto de los sectores representantes. En estos términos, surge una oposición, que dista de ser la “típica” (en tanto, entre los actores en competencia hay un reconocimiento de adversarios pero legítimos) entre los actores que forman parte del sistema democrático. Robert Barr la ha denominado como “semi-leal” pues es una oposición que acepta las reglas del juego democrático pero no a su élite política (la casta) la cual debería ser reemplazada. Milei no es parte de la grieta. Se enfrenta a ella.   

La oposición hacia la “casta” no tiene en Milei una muestra de originalidad, sino que han surgido experiencias similares en otras partes del mundo. En Europa, por ejemplo, luego de la crisis económica, social y política del año 2008 se “pobló” de alternativas de este estilo. Vale la pena destacar que la oposición “nosotros versus ellos” acepta opciones que recorren el conjunto del espectro ideológico. Así apareció Podemos en España, el Movimiento Cinco Estrellas en Italia o Alternativa por Alemania en este último país. Como contrapartida a la ubicación de Milei a la derecha del espectro ideológico (tomando esta decisión por su discurso económico ortodoxo y por considerar como miembros de la “internacional socialista” y de “izquierda” a sectores con los cuales nunca acordaría), podemos encontrar recientemente en Perú a Pedro Castillo (quien llegó a la presidencia con un discurso definido como marxista). Líderes populistas (partiendo de la base de que el populismo también expresa un discurso nosotros versus ellos, donde el líder en comunión con el “pueblo” se opone a un otro, sea un partido político, los medios de comunicación, los grupos financieros, el inmigrante, la Unión Europea o Estados Unidos) de izquierda y de derecha también han acudido a este discurso polarizante (sin que ello implique necesariamente uno que sea contra la casta política toda). Lo han hecho Néstor Kirchner y Cristina Fernández, pero también Donald Trump, Jair Bolsonaro o Silvio Berlusconi.

De este modo ¿qué condiciones favorecen la presencia de este estilo entre las opciones competitivas? Una no menor es el escenario plural que supone la democracia, la cual exige pluralidad de visiones. Por ende, las alternativas políticas radicalizadas como las de Milei cuentan con todas las garantías para su emergencia, supervivencia e incluso eventual victoria electoral. Siempre y cuando, claro, acepten las reglas de juego y validen el resultado posterior. Milei debió aclarar que se autopercibe como un actor democrático. Cabe preguntarse la veracidad de esa autodefinición. La posición anti-casta que es democrática permitiría inferir una posición no democrática del líder de “La libertad avanza”. ¿Estaría Milei dispuesto a validar el resultado de las elecciones presidenciales del 2023 si llegara a perder?  

La segunda condición es la presencia de algún escenario de crisis (sea económica y/o política) del que se derive un descontento ciudadano que funcione como ventana de oportunidades para que discursos de este estilo obtengan atención y respaldo de parte de algún sector de la ciudadanía. En línea con lo señalado antes, en Europa la crisis desatada en 2008 fue vista por la academia como el puntapié para la aparición o crecimiento electoral de fuerzas con discursos de este estilo en países como Alemania, España, Francia o Italia (para solo mencionar algunos países centrales del viejo continente). Siguiendo esta argumentación, podemos señalar que la Argentina ha sido y es un escenario propicio para la emergencia de una alternativa crítica del conjunto de la élite política. Esto es así producto de la persistencia crónica de problemas que el país acarrea desde hace tiempo. Desde la crisis económica (con la inflación como factor central), las tensiones entre y al interior de las fuerzas políticas tradicionales (como muestra de ello puede pensarse en la “grieta” y la mala imagen pública de los principales referentes) pueden favorecer la emergencia de un discurso disruptivo y contrario al conjunto de la élite política local.

El segundo punto propuesto para la discusión refiere a la reacción de parte de los actores principales del escenario político argentino. A los actores que polarizan frente a la “casta”, usualmente se los ven como opositores al sistema cuyo “poder de coalición” se encuentra ausente (ni unos ni otros querría aliarse entre sí), pero no así con lo que se entiende como “poder de chantaje” o capacidad de influencia sobre la dirección de la competencia política (por ejemplo planteando problemáticas que obliga al conjunto de la élite política a sentar posición). Con esta base podemos señalar algunas cuestiones que han surgido, al menos desde los dos grandes espacios políticos argentinos en la actualidad: el Frente de Todos y Juntos por el Cambio.

El primero ha marcado siempre una posición totalmente antagónica frente a la alternativa de Milei, defendiendo la política de las restricciones en pandemia (una forma de reacción frente a la agenda libertaria) como necesarias para actuar frente la coyuntura existente. El segundo ha planteado un escenario más complejo que ha evidenciado cierta tensión al interior de la coalición. Es decir, si bien existe un sector opuesto a construir cualquier acuerdo con Milei, también se encuentra otro que ha hecho propia la bandera de la defensa de la libertad (también una reacción al poder de “chantaje” de la presencia polarizadora de Milei) y que hasta ha dado muestra de un interés por incorporar a la coalición a Milei. En este sentido, es menester mencionar que este último ha indicado en más de una oportunidad estar dispuesto a aliarse con algunos sectores de Juntos por el Cambio (los llamados “halcones”) y no con otros (que los ha acusado de formar parte de la Internacional Socialista). Este punto es uno que en la actualidad está abierto en cuanto a su resolución futura. 

La democracia permite la presencia de este tipo de alternativas, pero ¿puede esta última implicar también una barrera para la puesta en práctica de su discurso? La respuesta es que si, por varias razones. La primera razón es una general. No es lo mismo ser opositor que gobierno. El primero brinda mayor libertad de maniobra a la hora del planteo de un discurso desafiante hacia la casta e incluso para propuestas de difícil concreción (sin consenso, con la casta) como la dolarización o la eliminación del Banco Central. Por lo tanto, ante un potencial cambio de rol (esto es, acceder al gobierno) lo que ha ocurrido con estas fuerzas políticas ha sido una necesaria moderación del discurso y por tanto, la cancelación de sus propuestas más desafiantes. La democracia exige consenso y esto lo han experimentado desde La Liga y el Movimiento Cinco Estrellas en Italia a Donald Trump en Estados Unidos. Teniendo en consideración este trasfondo, surgen las limitaciones que el mismo Milei puede encontrar en la democracia argentina y que posiblemente lo lleven a una moderación en caso de querer abandonar su rol actual. Son indicadas en el siguiente punteo:

  1. La primera refiere a que al menos en la actualidad no deja de ser un actor territorializado, con expectativa de transformarse en uno nacionalizado (esto es, con presencia en el conjunto del territorio argentino). Para lograr eso, su fuerza política debería expandirse y enfrentar a los dos bloques hoy consolidados. Otra opción es la generación de una alianza con alguno de estos dos últimos y como ya indicamos, eso se encuentra en debate al menos con una parte de Juntos por el Cambio, algo poco viable hoy en día por las tensiones internas que esto generó y por la continuidad del rechazo de Milei a vincularse con parte de las fuerzas integrantes de dicha coalición. Corolario este se transforma en un limitante para el crecimiento de esta alternativa.
  2. La segunda limitación es la institucional. Ninguna de las medidas que propone (como la dolarización y la eliminación del Banco Central) pueden ser llevadas adelante sin el paso de las mismas por el Congreso Nacional. Como indicamos recién el discurso desde la oposición a veces permite proponer medidas como si las instituciones democráticas no existieran para el proceso de toma de decisiones, pero la realidad dista de ser así. En otras palabras, si Milei llegara al gobierno y quisiera llevar adelante sus políticas requeriría el respaldo de la “casta”.
  3. La tercera se deriva de la anterior. Si las decisiones deben pasar por el Congreso ¿Qué nivel de presencia puede aspirar a tener Milei en la próxima renovación de las dos cámaras? Sin contar con bancas en el Senado y solo contando con dos en la Cámara de Diputados, se deriva que incluso ganando en todos los distritos en 2023 su presencia sería minoritaria. En otras palabras, un gobierno de Milei se daría bajo la lógica de gobierno dividido, pues no controlaría el Congreso. Pasar legislación, nuevamente implicaría consenso y el consenso exige moderación.

La democracia permite los discursos de enojo y radicalización frente a la casta. La democracia permite que estas opciones compitan y aspiren a acceder a puestos de representación. Pero la democracia también establece, mediante sus reglas de juego, límites para que los discursos de este estilo deban amoldarse a las mismas en caso de abandonar su rol de oposición. Es por esto, que si Milei se convierte en oficialismo encontrará dos límites: su fuerza electoral y las alternativas políticas democráticas de la casta, ahora en la oposición.


[1] Link a informe RA: https://centrora.economicas.uba.ar/tensiones-y-acuerdos-necesarios-en-el-congreso-nacional-evidencia-desde-la-votacion-en-el-senado-por-el-acuerdo-con-el-fmi/

[2] Link a documento: https://zubancordoba.com/portfolio/informe-nacional-noviembre-2021/